La selección de Uruguay, última campeona de la Copa América, se despidió del torneo con balance desfavorable de tres goles y un dedo en contra, el que el defensa chileno Gonzalo Jara puso en el trasero de Edinson Cavani y que a la postre fue clave en la eliminación uruguaya.Alfonso Gil
Esta circunstancia, a los 62 minutos de juego, provocó la expulsión del atacante uruguayo, que vio la cartulina amarilla por responder a la provocación con un ligero roce en la cara de Jara, que cayó al suelo como si hubiera sido agredido.
Esa tarjeta era la segunda cartulina para Cavani y supuso el comienzo del fin de sueño uruguayo al convertirse en la acción determinante del partido, mucho más allá de lo que supusieron las expulsiones postreras de Jorge Fucile y del seleccionador, Óscar Washington Tabarez.
El debate de la eliminación de Uruguay debe distinguir claramente la forma del fondo. A toro pasado, es fácil concluir que la alineación de Cavani en este partido no fue un acierto. El jugador estaba anímicamente tocado tras el accidente de tráfico sufrido por su padre pocos días antes en Montevideo y en el que murió una persona.
Probablemente su adrenalina no estaba al nivel más conveniente para afrontar partidos de esta intensidad y, al margen de aportar poco al juego del equipo, las dos acciones en las que fue amonestado demostraron que más allá del acierto arbitral, el jugador era una presa fácil para cualquier trapisonda.
Gonzalo Jara lo sabía.
Ahí estuvo la anécdota de la eliminación. Sobre la cuestión de fondo, habló Tabarez tras el encuentro. Le habría gustado perder de otra manera.
¿Se refería al fútbol ofrecido por Uruguay en los cuatro partidos de la Copa o a los incidentes finales del encuentro ante Chile?
Si hablamos del juego, la selección empezó con una victoria ante Jamaica por 1-0 y continuó con una derrota contra Argentina por el mismo marcador y un empate a uno ante Uruguay en el tercer choque.
Por lo que al fondo respecta, estos marcadores le dieron para entrar como tercero en los cuartos de final, medirse a Chile y decir adiós al torneo tras caer por 1-0.
El equipo uruguayo no brilló ante Jamaica pese a la victoria, solo reaccionó al final ante Argentina, cuando la derrota se veía ya muy de cerca, y disputó un partido muy parejo ante Uruguay. Contra Chile, la iniciativa siempre fue para el equipo anfitrión del torneo.
Los dos goles marcados en 360 minutos, ambos en dos acciones a balón parado, demuestran la pobreza ofensiva de un equipo que ha echado mucho en falta a Luis Suárez, pero al que incluso le habría venido bien Diego Forlán.
Es cierto que se trata de un equipo que maneja a la perfección sus recursos para jugar en inferioridad técnica, táctica e incluso numérica, pero ha perdido la capacidad de aprovechar con otros jugadores las ocasiones de gol, por pocas que fueran.
Muy poco se puede reprochar en cuanto a entrega y buena lectura del partido a hombres como Fernando Muslera, Maxi Pereira, Diego Godín, José María Giménez, Egidio Arévalo Ríos, Álvaro González e incluso Edinson Cavani; pero ni Diego Rolán ni Abel Hernández son todavía Suárez o Forlán.
Al final, en cualquier caso, la forma y el fondo se juntaron en un cierre de partido lastimoso, en el que la expulsión de Fucile propició enfrentamientos poco edificantes que tan solo sirvieron para allanar el camino a Chile hacia la semifinal e impedir la opción de sorprender en la última acción y llegar a los penaltis.
Así despidió Uruguay la primera Copa América en la que no llega a semifinales desde hace dieciocho años.