Era el verano del 2010 cuando la selección española se proclamaba campeona del mundo en Sudáfrica por primera vez en la historia. Han pasado poco más de cinco años pero muchas cosas han cambiado desde entonces incluida la vida de Jamie Vardy, el goleador de moda en el fútbol inglés.Carlos Mateos
En aquel mercado estival, el delantero, actual 'pichichi' de la Premier League, había decidido enrolarse en las filas del Halifax Town. En condiciones normales dicho traspaso no hubiera pasado de una mera transacción entre clubes modestos pero en su caso marcó el punto de inflexión de una carrera tan atípica como sorprendente.
En ese momento Vardy dejó de trabajar para vivir del dinero del fútbol. Quedaba atrás un pasado de esfuerzo por superar la adversidad. El primer revés le llegaría cuando fue descartado en la cantera del Sheffield Wednesday por su corta estatura, un mes antes de que diera un inesperado 'estirón' de veinte centímetros. Dio un giro a su destino y entró en una fábrica de prótesis de fibra de carbono para discapacitados mientras jugaba los domingos en el equipo de un amigo.
Pasó el tiempo y despertó de su letargo para firmar por el Stocksbridge Park Steels. Allí, donde ganaba treinta libras semanales, se convirtió el 'esclavo' de sus deslices. Una pelea por salir en defensa de un amigo le hizo arrastrar en su día a día una pulsera electrónica y enfrentarse a un toque de queda que le obligaba a estar a las seis de la tarde en casa.
La imposibilidad de salir a la calle por la noche como el resto de chicos de su edad la sustituyó por el visionado de DVD's. Más difícil era compatibilizar su castigo con el fútbol hasta tal punto que, tras pitar tres veces el árbitro en los partidos como local, salía corriendo al coche donde le esperaban sus padres para llevarle a casa. Cuando tocaba ir fuera y medianamente lejos, apenas podía disputar una hora de choque antes de ser sustituido abandonando el verde a toda velocidad.
Pese a ello se veía algo diferente en él. Un punta batallador y guerrero que no tardó demasiado en dar el salto del Halifax al Fleetwood Town. Comenzó entonces a llamar la atención de algunos equipos de la Premier gracias a sus treinta y cuatro dianas en cuarenta partidos. Incluso Roy Hodgson, el hombre que le ha convertido en internacional, fue a verle en un enfrentamiento contra el Kidderminster cuando dirigía a West Bromwich.
Sin embargo fue el Leicester quien acabó haciéndose con sus servicios a cambio de un millón de libras, la cifra más alta pagada por un jugador procedente de la Non-League. Con los 'foxes' (zorros en inglés) cumple su cuarta temporada. Tras una primera de adaptación y una segunda en la que contribuyó al ascenso a la máxima categoría, en la presente está dándole continuidad a lo que aprendió en la anterior.
Y lo está demostrando con cifras. Vardy ha marcado en los últimos nueve encuentros ligueros de forma consecutiva, incluidos dos dobletes ante el Arsenal y el Southampton. De anotar contra el Newcastle igualaría el récord de diez duelos seguidos que alcanzó el holandés Ruud Van Nistelrooy con el Manchester United.
Pero antes de que ese duelo llegue, defenderá los colores de los 'Three Lions' ante España en Alicante. Será una buena prueba para saber si está capacitado para viajar a la Eurocopa. Por lo que pueda pasar Vardy, que espera estar en la cita continental y que podría tener un verano muy movido toda vez que su nombre ya suena para los grandes incluido el Real Madrid, ha adelantado su boda prevista para junio. Si nada cambia, contraerá matrimonio con su novia Becky el 25 de mayo. Otro cambio más en su vida.