El Sporting de Lisboa es hoy uno de los clubes que lideran la "cruzada" contra los fondos de inversión de la mano de su presidente, el indómito Bruno de Carvalho, quien lamenta la falta de transparencia en el fútbol y alerta de los "efectos perversos" que genera el negocio de los representantes de jugadores.Óscar Tomasi
"El fútbol no puede ser el santuario de todo el dinero sucio sólo porque necesita dinero", afirma en una entrevista con EFE cuando se cumplen casi tres años desde su llegada al sillón presidencial de Alvalade, un período de crecimiento para los "leones", que han mejorado su delicada situación financiera y han recuperado su condición de candidato a todos los títulos en Portugal.
Conocido por no tener 'pelos en la lengua' y seguir los partidos desde el banquillo -y no desde el palco-, se ha erigido en uno de los mayores opositores a los fondos de inversión en el fútbol.
"Mi lucha no es contra la opción de que los clubes recurran a entidades financieras, sino contra la llegada al mundo del fútbol de dinero que no se sabe de dónde viene, cuyos dueños no se sabe quiénes son, que tienen relación con paraísos fiscales, que pueden tener que ver con las apuestas ilegales, que pueden tener que ver con (el tráfico de) drogas", alerta.
La prohibición de estos fondos por parte de la FIFA -ya se presentaron varios recursos contra esta resolución- supone una "victoria" para Bruno de Carvalho (Lisboa, 1971), quien aboga ahora por "crear la legislación adecuada" para permitir que otras empresas puedan invertir en el sector, pero bajo unas reglas claras.
El uso de estos fondos ha sido un recurso habitual por parte de los grandes equipos lusos, que recibían una inyección de liquidez a cambio de un porcentaje de los derechos de sus mejores futbolistas.
En su modelo más básico, los inversores pagaban una cantidad en función del precio de mercado del jugador con la esperanza de que se revalorizase, para así obtener beneficios con su futura venta.
Bruno de Carvalho se encuentra inmerso en una guerra abierta con uno de estos fondos, el Grupo Doyen, debido al caso del defensa argentino Marcos Rojo, que fue vendido en agosto de 2014 al Manchester United tras declararse en rebeldía para salir del club.
El presidente del Sporting aceptó el traspaso pero rescindió el acuerdo con Doyen, que un año antes había aportado 3,5 millones de euros a cambio del 75 % de los derechos económicos del jugador.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, en sus siglas en inglés) falló contra el club portugués, que prevé recurrir este mismo mes.
Para Bruno de Carvalho, el contrato con ese fondo de inversión suponía una "clara intromisión en la gestión" del club, al exigirle su autorización tanto para renovar al jugador como para traspasarlo.
De haber respetado el acuerdo, la venta de Rojo por 20 millones de euros habría reportado únicamente 325.000 euros a las arcas del club, descontados los pagos a intermediarios, según sus cálculos.
Si el recurso no prospera, el Sporting deberá pagar una multa de 12,5 millones de euros, un importe que no preocupa a su presidente gracias a que el club "acaba de cerrar un contrato de 515 millones de euros" por la cesión de sus derechos de retransmisión.
Esta batalla sobre las presiones que reciben los futbolistas y la inestabilidad que generan en las plantillas la extiende también al comportamiento de algunos agentes de futbolistas.
"¿Dónde gana dinero un representante?. En las compras y ventas, ahí es donde recibe más, ya que normalmente el valor del traspaso es superior al del salario", esgrime el presidente de los "leones".
Los agentes "crean ilusiones" a los futbolistas hablándoles del interés de grandes equipos y de sueldos astronómicos lo que, según él, genera un efecto "perverso" y desestabiliza la plantilla.
"El reglamento dice que los clubes sólo pueden hablar con un jugador tras llegar a un acuerdo con el equipo en el que juega pero no se hace así", se queja el dirigente verdiblanco, que reclama penas más duras y una vigilancia más estricta.
Sobre su relación con Jorge Mendes, considerado el agente más importante del mundo, De Carvalho destaca que ya cerró la renovación de varios futbolistas con él y se mostró convencido de que "más pronto o más tarde" también firmarán algún negocio en conjunto.
No obstante, dejó un aviso: "Para nosotros es importante que se sepa que con esta administración, los negocios son entre el Sporting y los clubes, independientemente de que las personas tengan derecho a ganar lo que es normal por la intermediación".
Defensor de un techo salarial y de la llegada de las nuevas tecnologías al fútbol para evitar errores en el arbitraje, también reclama una mayor protección para los clubes: "Ni los agentes quiebran, ni los jugadores quiebran, ni los fondos quiebran... Todo el mundo se enriquece y sólo quiebran los clubes".