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Godín, en el cruce entre Obdulio y Griffa

En el difuso punto donde se cruzan el carisma de Obdulio Varela y el carácter de Jorge Griffa emerge la figura de Diego Godín, que este lunes ha recogido el premio Liderazgo Deportivo que otorga la Agencia EFE.Óscar González
Porque Godín ha traspasado la treintena -desde el pasado 16 de febrero- convertido en un referente tanto con la camiseta rojiblanca como con la celeste. Ídolo de la grada del Calderón o del Centenario, por su entrega y su capacidad para liderar la respuesta del equipo en los momentos más complicados.
"Imprescindibles sólo Godín y Koke", afirmó Diego Simeone en la pretemporada, cuando el técnico argentino tuvo que afrontar una nueva recomposición de la plantilla y, desde Inglaterra, Manuel Pellegrini suspiraba por el central uruguayo.
Godín, llegado el momento, no lo dudó y tomó la decisión de quedarse en el Manzanares. "Uno siempre intenta pensar y tomar las decisiones con el corazón, y eso ha hecho que esté aquí por encima de todo", argumentaba en agosto el central, empujado también por el apoyo de una plantilla y un cuerpo técnico que sabe que es uno de los pilares del equipo. "Cuando uno ve que un plantel entero da todo para que pueda quedarme y están más preocupados que uno porque me pueda quedar, eso me lo hizo fácil", explicó.
Nacido en Rosario, en el margen oriental del Río Uruguay, Godín sumará nueve años en el Atlético cuando cumpla su contrato en 2019. Tan sólo una temporada menos de las que vivió Jorge Bernardo Griffa de rojiblanco, el "cacique" de la defensa más recordado en la historia del Atlético.
Griffa, que nació en La Casilda (Santa Fe, Argentina) medio siglo antes que Godín, ha plagado el imaginario rojiblanco de citas, ocurrencias y, sobre todo, amor a unos colores que defendió de 1959 a 1969, muchos de ellos ocultando una lesión. "Me ponía una bandita debajo de la rodilla y trataba de no estirar la pierna del todo, porque cuando lo hacía el dolor era insoportable", desveló.
A Griffa no le gustaba perder ni en los entrenamientos. Da fe de ello José Eulogio Gárate, que al poco de llegar a Madrid, vio cómo el central argentino le agarraba del cuello por no poner intensidad en un partidillo. Tan impulsivo como noble, Griffa se metió vestido en la ducha poco después, para disculparse ante el ariete, tras enterarse del disgusto que tenía el "9".
"A mí me enseñó a ganar Griffa", reconocía Luis Aragonés y es que el carácter ganador del "camello", como le llamaban en la plantilla por su apariencia desgarbada, era proverbial. "Nunca supe aceptar las derrota. He sido un mal perdedor", reconoce el excentral, convertido desde hace cuatro decenios en el mayor descubridor de talentos del fútbol argentino.
Carácter ganador o resistencia a la derrota de la que Godín hace a menudo gala, cuando se convierte en el defensa más goleador, cuando se transforma en un atacante capaz de dar una Liga. Si un gol de Griffa le dio el título al Atlético en Sarriá, en 1966, otro de Godín en Barcelona, pero en el Camp Nou, devolvió al club a lo más alto en 2014. Y, semanas después, un nuevo testarazo del uruguayo esperanzó durante muchos minutos a miles de seguidores con la consecución de la Liga de Campeones.
Godín no ha necesitado más que 174 partidos para alcanzar las 100 victorias vestido de rojiblanco.
Y enfundado en la celeste también ha encontrado un referente histórico, porque la recuperación del orgullo charrúa también tiene que ver con el carisma que aporta. Uruguay, que durante décadas buscó a su nuevo Obdulio Varela, ya tiene al capitán con mayúsculas.
En Uruguay, Godín es el "faraón", un héroe humilde capaz de rescatar a su selección en el Mundial de Brasil, con un gol que envió de regreso a Italia, tras la fase de grupos, o de liderar una victoria sobre Chile en las eliminatorias (3-0) que los uruguayos ansiaban desde la última Copa América.
"Los de afuera son de palo". La sentencia de Obdulio Varela en los instantes previos al Maracanazo, también la pudo aplicar Godín cuando ejerció de capitán en el partido del pasado noviembre ante Chile, cuando el recuerdo de la abrupta eliminación de la Copa América y el ansia de revancha que bullía en las gradas del Centenario podía lastrar el rendimiento del equipo.
El capitán quiso aislar a su equipo tanto de la euforia de las gradas como de los encontronazos con el rival y abrió el camino del triunfo, tras revolverse en el área con la soltura de un delantero centro.
"El pasado, pisado". A Obdulio no le gustaba que constantemente se le asociase con el Maracanazo. Godín también mira al futuro y vuelve a soñar con la Champions, con guiar al Atlético a su primera Copa de Europa y, después, alzar la Copa América del Centenario con Uruguay.

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