El rombo de tres con el que, según un narrador televisivo, jugó en el centro del campo una de las selecciones de la Copa América y la moneda que cayó de canto en el sorteo inicial del partido entre Colombia y Paraguay son algunas de las anécdotas con las que ha concluido la fase de grupos del torneo.Alfonso Gil
Aunque muchos pensaban que el juego en rombo en el centro del campo requiere un mínimo de cuatro futbolistas, parece que hay una nueva versión en la que solo hacen falta tres.
Con el rombo conformado por tres jugadores se presenta una innovación táctica en la que solo queda la duda de cuál es el extremo del rombo que no se utiliza. Este pormenor no ha sido explicado.
La sonrisa de los capitanes respectivos de Colombia y Paraguay, James Rodríguez y Justo Villar, cuando la moneda cayó de canto en sorteo inicial del encuentro lanzada por el árbitro brasileño Heber Lopes, fue de incredulidad. Quizá nunca habían visto una situación similar en sus carreras.
La solución, en cualquier caso, fue fácil. Lopes volvió a lanzar la moneda y ésta se mostró más convencional al decidir de que lado caía.
Algunos de los aficionados que, de forma entusiasta, esperaban con banderas, bufandas y gorros la hora del encuentro en las proximidades del estadio, no parecían tener muy claro el espectáculo que se proponía dentro del estadio.
Una seguidora de Brasil declaró a la cámara que había acudido expresamente al partido porque soñaba con ver jugar a Kaka -pronunciado sin tilde-, un futbolista que ni se llamaba así, ni estaba en la Copa ya que había sido excluido por lesión, algo que, por lo visto, desconocía.
Informada por el reportero de esta circunstancia, el nuevo escenario no le supuso decepción alguna, enarboló la bandera y prosiguió con sus gritos de ánimo como si nada hubiera ocurrido.
Las lágrimas del haitiano Kervens Belfort tras el gol increíblemente fallado en el minuto final del partido ante Perú y que habría supuesto el empate en el último minuto llegaron al corazón de todos los aficionados que han seguido la Copa.
La excepción, obviamente, estuvo entre los peruanos que saltaron de alegría. Si hubiera llegado el gol, quizá ahora estarían eliminados.
Ver a Alisson, el portero de Brasil, abatido tras marcarse un gol en propia meta fue una imagen que apenas duró unos segundos, cuando el tanto, que era legal, fue anulado. Más le duró el berrinche del gol ilegal que le marcó Perú y que sí subió al marcador.
La fiesta en la que se ha convertido la Copa se ha completado con lo tradicional: disfraces, aficionados ataviados con colores de sus equipos que han iluminado las gradas, barbacoas y asados en la zona exterior de los estadios y el ánimo constante a los contendientes en un torneo disfrutado en especial por los hispanos en Estados Unidos.
Por lo demás, que los rivales se lancen al acabar el partido hacia Messi para intercambiar camisetas, ha dejado hace tiempo de ser noticia.