México, esa tierra que el poeta Pablo Neruda calificó como el último de los países mágicos, quedará en el recuerdo del entrenador español Paco Jémez como un sitio donde el realismo mágico se puede tocar con las manos, con espíritus capaces de robarle goles y brujas solidarias empeñadas en ayudarlo.Gustavo Borges
"Siempre he pensado que más peligrosos son los vivos que los muertos, me dan más miedo los vivos", dijo a Efe Jémez al poco de llegar a México para dirigir al Cruz Azul, un conjunto que acumula casi 20 años sin ganar un título de liga.
Se refería a quienes relacionan las derrotas del equipo con una maldición asociada al más allá, algo documentado por el cronista Carlos Barrón, quien en su libro "Tiempo de compensación" recogió testimonios de veladores y obreros de la casa celeste que juran haber visto en la cancha almas procedentes de un cementerio situado al lado del edificio del club.
Apenas conoció la leyenda, aderezada con el cuento de que el equipo le robó un pedazo al camposanto y por eso sufre derrotas casi surrealistas, Jémez se burló, aunque a lo largo del torneo sin querer le dio crédito a la historia al repetir lo extraño del andar de los celestes, con dominio en casi todos sus partidos pero fallos en la definición o pérdidas de ventajas imposibles de explicar.
"Nunca he dirigido un equipo en el que pasan estas cosas sin explicación", dijo en su momento en una rueda de prensa.
Este mes el entrenador tocó fondo 10 días antes de su cumpleaños, celebrado el 18 de abril, y al ver cómo el Morelia le empató un partido a tres minutos del final le pidió al entrenador rival que le pasara la fórmula para llegar una vez al área, anotar y neutralizar a un contrario superior durante 90 minutos.
A mitad de la pasada semana, a pedido de los hinchas cansados de la mala suerte de un equipo que domina pero no gana, una bruja llamada Zulema acudió al campamento del Cruz Azul con cabezas de res y de puerco, velas para alumbrar el camino y ramos para quemar la maldición que según la hechicera, sufre el equipo desde 1997, año de su último campeonato de liga.
Horas después, los Azules hicieron uno de sus mejores juegos del torneo en el que dominaron y, esta vez sí, anotaron dos goles, y le ganaron a un Guadalajara en buen momento de forma deportiva. Los medios insinuaron que quizás la hechicera con pinta de actriz de la farándula ayudó, pero Jémez se mantuvo impertérrito.
"Es una sorpresa ver un equipo que ha tragado mierda por toneladas, pero lo ha sabido digerir", se limitó a decir el español después de la victoria y repitió su reconocimiento a la entrega de sus jugadores sin hablar del acto de magia negra.
A dos fechas de terminar el torneo, para acceder a la liguilla de los ocho, Cruz Azul necesita un milagro, vencer como visitante a Pachuca y al León y esperar por una combinación casi improbable de derrotas de varios equipos contrarios.
Con su carácter inflamable que le ha provocado encontronazos con los periodistas, a uno de los cuales mandó a leer el diccionario, Paco Jémez se niega a aceptar ayudas etéreas, asume sus retos como una cuestión de vivos y sostiene que el único atajo a los milagros es el trabajo.
Es su letanía iconoclasta pero si le da resultados solo reforzará el realismo mágico de su aventura mexicana. De clasificarse a la liguilla los hinchas subirán a la bruja al estatus de semidiosa y no escucharán al entrenador cuando insista en los frutos de su estrategia de disputar el balón desde la salida y nunca darse por vencido, su sello en los primeros 15 partidos del campeonato.