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Adelardo: "Sacar a hombros la Intercontinental se queda grabado"

Adelardo Rodríguez es la historia del Atlético de Madrid y del Vicente Calderón, un referente para cada jugador que viste alguna vez la camiseta rojiblanca, el capitán con mayúsculas que levantó al cielo la Copa Intercontinental en ese estadio, al que despide con "mucha nostalgia y mucha pena".Iñaki Dufour
"Es un campo en el que prácticamente he pasado mi vida deportiva", expone una de las grandes leyendas de los 114 años de existencia del club madrileño, el futbolista que más partidos ha jugado en toda la historia de la entidad, a la que ha dedicado 58 años ininterrumpidamente, de jugador, de aficionado, en el club...
Jugó 511 encuentros y anotó 117 goles, con esa aportación ofensiva que tanto le gustaba como centrocampista, siempre con una mirada hacia la portería contraria, en sus diecisiete temporadas como jugador del Atlético de Madrid, desde 1959, desde el Metropolitano, hasta 1976, el Manzanares y el Vicente Calderón.
Lo ganó casi todo en ese tiempo -unos segundos le apartaron de ser campeón de Europa el 15 de mayo de 1974 en el estadio Heysel de Bruselas con el Bayern Múnich-. Tres Ligas (1965-66, 1969-70, 1972-73), cinco Copas (1960, 1961, 1965, 1972 y 1976), una Recopa de Europa (1962) y la Copa Intercontinental... en el Vicente Calderón.
10 de abril de 1975. Fue el día que el Atlético conquistó el mundo contra el Independiente de Avellaneda, el título de los títulos y el tesoro más preciado del club, con goles de Javier Irureta y el argentino Rubén 'Ratón' Ayala ante 65.000 espectadores para remontar el 1-0 del encuentro de ida en Buenos Aires.
Adelardo, el capitán, levantó la copa al cielo de Madrid. Es la imagen que pervivirá siempre, sobresaliente e imponente, por encima de todas a lo largo de la historia rojiblanca. "Siempre lo digo y lo diré, para mí la Copa Intercontinental fue el mayor logro conseguido en el periodo que yo estuve, porque era el título más importante que ha conseguido el Atleti en su historia. Yo era el capitán, saqué a hombros a la Copa y eso se queda grabado", explica.
"Sentí que era un logro perseguido durante todo mi carrera por un título de esa categoría. Nunca pensé que me iban a sacar a hombros como los toreros, pero, claro, al llevar la copa luego me di cuenta de que no era yo, que era la copa. El sentimiento y el atlético que tienes te sale del cuerpo y lo pasas fenomenalmente", rememora en una entrevista a la Agencia EFE a horas de despedir el Calderón.
En aquel partido, Luis Aragonés, compañero antes como futbolista y entonces su entrenador, le había encomendado una misión: marcar a Ricardo Enrique Bochini. "En esos momentos era el '10' de Argentina, que es el número uno de futbolista en el mundo", repasa Adelardo, al que el técnico le transmitió las órdenes antes del encuentro.
'Hoy te tienes que sacrificar, aunque te sacrificas todos los días, porque hay que marcar a ese jugador. Es donde se crea todo el juego de ataque', le dijo Luis Aragonés. 'Pero cuando yo pueda jugar me tengo que ir', apuntó el capitán. 'Sí, sí', le respondió el mítico jugador y técnico.
"Pero es un partido que lo juegas con una tensión tan grande, porque yo atacaba y atacaba, igual que siempre. Yo era un hombre que jugaba en medio campo, me sacrificaba mucho y me gustaba ir hacia adelante a meter gol, por eso quizá metí los ciento y pico goles que marqué. En ese partido, yo pensaba en cuanto perdiera la pelota que tenía que volver a ir a marcar rápidamente al número '10'", explica.
"Ese pensamiento no se te quitaba", añade Adelardo. Al final del partido, Bochini se dirigió a él: 'Che, viejo, porque no te vas a la caseta y me dejas un rato'. "Lo asfixie de verdad", asegura el centrocampista, que también sufrió esos marcajes individuales de los rivales en más de una ocasión; una de ellas fue su única expulsión.
"En mi carrera deportiva me han expulsado solamente una vez, en el Calderón contra el Espanyol. Jugaba José María de interior izquierdo y yo era medio derecho. Éramos amigos, pero ese día le debió decir el entrenador que me tenía que marcar. José María era un hombre que no daba patadas, no era brusco, sino que jugaba muy bien a la pelota, pero ese día me dio varias, me volví con la intención de decirle no sé qué, porque él me había dado una patada, y el árbitro nos echó a los dos".
Entre sus recuerdos del Calderón, en el que salió el pasado domingo de nuevo al campo con la Copa Intercontinental junto a Ayala, en los actos de homenaje al estadio tras el último encuentro oficial del equipo rojiblanco, el 3-1 contra el Athletic Club, hay muchos más partidos, triunfos, momentos y goles, uno al Celtic.
El 24 de abril de 1974, tras el 0-0 de la denominada 'batalla de Glasgow', con tres expulsados en el Atlético -Panadero Díaz, Quique y Ayala-, el Atlético superó el reto de clasificarse para la primera final de la Copa de Europa de su historia con un triunfo por 2-0 frente al conjunto escocés en el Vicente Calderón.
En la vuelta, José Eulogio Gárate y Adelardo marcaron los goles del triunfo, una de las grandes noches europeas, sino la más enorme y recordada, del medio siglo de ese estadio. "Íbamos 1-0, había marcado Gárate y el partido estaba todavía dudoso, porque si nos marcaban nos echaban a la calle. Entonces, nosotros jugamos un partido muy serio, muy inteligente, porque se creían que íbamos a darles patadas", rebobina el medio.
"Entonces, agarré una pelota fuera del área y dije aquí va para la portería. Fue el gol de la tranquilidad, el gol de estar clasificados. Son goles que son muy, muy importantes en la carrera de un futbolista", evoca Adelardo de aquel duelo contra el Celtic de Jommy Johnstone, un jugador "chiquitito, una bala, muy incisivo".
"En el partido de ida, el primero que lo marcó y le echaron fue Panadero Díaz, entonces salió Quique y a la tercera le echaron y pasó Ayala y le echaron. Como no había ningún defensa izquierdo me dijo el 'míster' (Juan Carlos Lorenzo) tu para allá y jugué esos quince minutos de defensa izquierdo", expone.
"Era dificilísimo marcarle, porque era muy rápido. Te buscaba y te encendía. Terminó el partido con un follón y le dije en Madrid te espero, se lo dije en inglés y todo. Y, en Madrid (en el partido de vuelta), al saltar al campo le dije 'estás en Madrid, acuérdate'. No sé lo que le pasó a Johnstone, pero ese día lo vi jugar detrás del linier. El partido fue de guante blanco. Nosotros queríamos marcar gol para pasar la eliminatoria y los aficionados se portaron fenomenalmente", continúa Adelardo, también con más tantos en el Calderón que se le han quedado grabados, uno de ellos al Sevilla.
El 28 de diciembre de 1969, en la decimosexta jornada de la Liga, el partido se acercaba a su final con 0-0 en el marcador frente a un duro conjunto andaluz: "En la portería del norte hubo un córner faltando nada y todo el Sevilla defendiendo, con aquellos 'leones' preparados para todo. Tiraron el córner, me fui hacia la pelota, pero estaba lleno de camisas blancas, me tiré entre todos ellos, me dio la pelota en la cabeza, metí gol y ganamos 1-0. Ese gol se me quedó grabado, porque hay que jugarse el tipo y me lo jugué. Son momentos que se recuerdan y que no se van a olvidar".
Adelardo conquistó tres Ligas con el Atlético, uno en Sarría frente al Espanyol (1965-66), otra en la Nova Creu Alta de Sabadell (1969-70) y una en el Vicente Calderón, en 1972-73, en la última jornada, como las otras dos, pero ante su afición, con un 3-1 al Deportivo de La Coruña y con uno de los tres goles con su firma.
"Se nos puso el partido cuesta arriba, nos pitaron un penalti y menos mal que lo paró Pacheco. Luego, le metimos tres al Coruña. Yo marqué un gol. Aquella Liga la ganamos con Max Merkel (de entrenador). Tenía una forma de ser que sería muy duro, un alemán de estos cerrado, pero el tío lo que dijo era que nos haría campeones. Llegó aquí en mitad de temporada y nos hizo ese año campeones de Copa y al año siguiente campeones de Liga", declara a EFE.
"El trabajo era duro, pero el equipo andaba a mil por hora", añade Adelardo. Hay imágenes de aquella época que también forman parte de la historia gráfica del Calderón, con los jugadores con trabajo físico por las gradas o con balones medicinales.
"Había jugadores que no podían seguir los entrenamientos. Yo el primer día que llegó al Calderón, cuando terminó el entrenamiento voy hacia el foso y estaban allí los periodistas. Me acuerdo que me preguntaron qué tal te sientes y yo no podía ni hablar. Le dije 'creo que este señor me va a retirar del fútbol'. Y lo que es la vida, con él entrené todos los días, jugué todos los partidos oficiales ese año, Liga y Copa. Fue un año impresionante", afirma.
Adelardo ha pasado casi toda su vida deportiva en el Calderón. En la actualidad, como presidente de la Fundación y de honor de la Asociación de Veteranos, está todos los días en el estadio o en la ciudad deportiva de Majadahonda, el lugar de entrenamiento del primer equipo y de la cantera del club rojiblanco.
El pasado miércoles asistió al acto de renovación de Koke Resurrección hasta 2024. "Le dije que él es el que me puede ganar (en partidos oficiales con el Atlético, 511) y ojalá sea él, que es un hombre de la casa,y le dije una observación: pero me tienes que ganar también en goles", desvela.
Este domingo estará también en el estadio, para la despedida, la última sesión de fútbol sobre el césped del Manzanares, el campo que vio nacer y en el que jugó tantos y tantos partidos, como la semifinal de la Copa de Europa contra el Celtic, el 3-0 al Cagliari, la Liga ganada contra el Deportivo de La Coruña y la Copa Intercontinental de 1975 que sacó a hombros el capitán del Calderón.
(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 7538966 y otros)

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