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Barroso y Calderón, dos nombres que levantaron un estadio

Javier Barroso y Vicente Calderón, presidentes del Atlético de Madrid entre los años cincuenta y los ochenta, fueron los artífices del Estadio del Manzanares, el hoy Vicente Calderón que cerrará sus puertas este año 2017 y vivirá el domingo un encuentro homenaje a sus 51 años de historia.Miguel Ángel Moreno
Barroso y Calderón son dos apellidos que marcan la transformación más importante que tuvo que vivir el club rojiblanco en su historia hasta el momento actual, ya que fueron los que acometieron el traslado del viejo Stadium Metropolitano al nuevo Estadio del Manzanares, que después tomaría el nombre de su presidente más laureado.
Javier Barroso (Madrid, 1903-1990), arquitecto y futbolista rojiblanco en los años veinte, directivo desde 1931 y entrenador durante un breve lapso de la campaña 1931-32, alcanzó la presidencia del Atlético de Madrid en 1955.
Bajo su mandato se aprobó la compra de los terrenos del nuevo campo a la Canalización del río Manzanares (antes se barajó construirlo en la Ciudad Universitaria) y se presentó el proyecto del estadio, elaborado por el mismo Barroso y Miguel Ángel García-Lomas, posteriormente alcalde de Madrid.
Las obras comenzaron un 3 de agosto de 1959, bendición incluida, pero se interrumpieron a finales de 1961 por la falta de liquidez y los sobrecostes de una obra estimada inicialmente en torno a los 200 millones de pesetas. La demora de la venta de los terrenos del Metropolitano tampoco ayudó a la situación.
En ese momento límite para la institución (el club había tenido que vender al 'Galgo del Metropolitano' Joaquín Peiró al Torino italiano por los problemas económicos, con la consecuente reacción social), apareció en la historia del Atlético una personalidad fundamental, la de un empresario cántabro con conexiones financieras.
No era otro que Vicente Calderón (Torrelavega, 1913-Madrid, 1987), empresario constructor e inmobiliario entre otros muchos sectores y accionista del Banco de Valladolid. Era abonado del Metropolitano y entró en la junta directiva como vicepresidente tercero un 31 de diciembre de 1963. Barroso dimitió veintiún días después y Calderón fue elegido el 17 de marzo sin oposición.
El nuevo presidente rojiblanco no tuvo pocas tareas: el cierre de la venta de los terrenos del Metropolitano a la inmobiliaria Vista Hermosa (con la que tuvo que pactar varias prórrogas mientras se construyó el Manzanares), la reanudación de las obras en junio de 1964 (a las que dio el último impulso el arquitecto bilbaíno Luis Gana) o los problemas con el Ayuntamiento, con el que se produjo un conflicto por los permisos de obra, no solventado hasta 1971.
Con dificultades pero "sin estaciones intermedias", el Atlético llegó a su nuevo estadio un 2 de octubre de 1966. Lo hizo sin estar construida la tribuna, que no se completó hasta febrero de 1972. La obra que Barroso había puesto en los planos se convirtió en realidad gracias al impulso de Calderón.
Barroso (presidente rojiblanco entre 1955 y 1964) y Calderón (1964-1980 y 1982-1987). Dos hombres y dos modelos distintos de aproximación a la presidencia de un club de fútbol: uno desde la tradición deportiva; el otro, un hombre de empresa que tenía la llave financiera para desbloquear el estadio del Manzanares.
El primero lo había sido todo en el fútbol antes de llegar a presidente: jugador entre 1920, cuando llegó como delantero desde el Real Madrid, aunque terminaría siendo guardameta entre 1923 y 1927; técnico de forma interina durante la campaña 1931-32, presidente de la Federación Española entre 1941-1946 y directivo desde los treinta.
"Fue presidente del Atleti, jugador, entrenador... Seguramente sea la única persona en la historia que haya ocupado todos estos cargos, lo fue todo", rememoró en conversación con EFE el sobrino de Barroso, Ildefonso Martínez.
"Barroso fue un 'amateur' puro. Jugó mientras se hacía arquitecto. Muchos años después jugaría como arquitecto en los planos del Estadio del Manzanares", indicaba el obituario que el diario ABC le dedicó tras su muerte, un 15 de septiembre de 1990.
Calderón, por su parte, llegó sin trayectoria futbolística anterior más allá de su afición por el Atlético adquirida al arribar a la capital con 19 años. Su aparición fue tomada como una tabla de salvación.
"Fue presentado a Barroso como alguien que podía salvar al club", explicó a EFE el historiador futbolístico y abonado rojiblanco Branardo Salazar.
La llegada de un hombre de negocios (en sectores tan diversos como construcción, inmobiliarias, industrias químicas y exportación de zumos de fruta) era lo que necesitaba en ese momento un club en serias dificultades financieras y con un estadio en marcha.
"Era un gran empresario, que era lo que hacía falta en ese momento. Fue capaz de recuperar el prestigio de la entidad", añadió Salvador Santos Campano, que fue vicepresidente durante dieciocho años, en la primera etapa de Calderón.
"Se involucraba en todo, cuando había un fichaje no se nos ocurría hacer nada sin llamarle", agregó en declaraciones a EFE quien fuera jugador de balonmano en el Atlético, después responsable de entidades deportivas del club y luego vicepresidente.
Humanidad e inteligencia son otros dos de los rasgos del presidente más longevo de la historia rojiblanca, que llegó al Atlético en un momento difícil personalmente después de enviudar y que a sus cuatro hijos añadió a muchos de los jugadores del equipo, a los que trató como tales.
Valga como ejemplo el recuerdo de uno de los goleadores rojiblancos de los setenta, el argentino Rubén 'Ratón' Ayala.
"Un día fui a pedirle a dinero a Calderón para comprar un Alfa Romeo y me dijo que no tenía. Volví al mes siguiente para comprarme un apartamento, y Calderón me dijo que para eso sí que tenía. 'Para el departamento te lo doy, para el coche no', me dijo", explicó Ayala en un coloquio de las jornadas 'Cultura en Rojo y Blanco'.
"Del Atlético se nace, es un sentimiento, y Vicente consiguió ese sentimiento y se hizo un experto en fútbol, porque el que es buen empresario se adapta perfectamente a la empresa futbolística. Vicente no fue a sacar del fútbol, fue a dar", añadió Santos Campano.
El fútbol vivido desde la pasión y la tradición deportiva; la capacidad técnica y el pulso económico. El mayor legado de Barroso y Calderón, el estadio a las orillas del Manzanares, cerrará sus puertas al fútbol este domingo, pero el Atlético deberá encontrar la manera de trasladar el espíritu de dos de los mejores presidentes de su historia al nuevo Wanda Metropolitano.
(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 6080271 y otros)

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