El Corinthians se proclamó este miércoles campeón brasileño por séptima vez tras una temporada llena de altos y bajos en la que casi estuvo a punto de tirar por la borda la mejor primera vuelta de la historia del campeonato, en la que terminó invicto.
El título del equipo paulista con tres jornadas de antelación gracias a una victoria por 3-1 contra el Fluminense, fue una auténtica sorpresa debido a que no entraba en ningún pronóstico para este año, y más si se tienen en cuenta los millonarios fichajes que hicieron varios de sus rivales, como Palmeiras, Flamengo o Sao Paulo.
Con un nuevo entrenador sin experiencia en la elite, Fábio Carrile, y con una escasa plantilla, la afición corinthiana inició el año sin ninguna expectativa, aunque poco a poco el equipo empezó a silenciar a los más críticos.
Con un bloque muy sólido, el Corinthians mandó el primer aviso de que la temporada no sería de trámite al ganar en mayo el Campeonato Paulista, el torneo regional de más importancia en Brasil, sumando su 28º título regional y el primero desde 2013.
En el Campeonato Brasileño, el 'Timao' arrancó con un empate en casa ante el Chapecoense (1-1) que hizo temer lo peor para sus aficionados.
Sin embargo, seis victorias seguidas (tres de ellas por 1-0) catapultaron el conjunto blanquinegro hasta el liderato, puesto al que llegó en la quinta jornada y que ya no dejó escapar más.
La gran prueba de fuego llegó en la décima jornada, en la que visitó el entonces segundo, el Gremio, que podía arrebatarle el liderato si ganaba. No obstante, los de Carrile ganaron con un gol de Jadson, abrieron cuatro puntos de margen en el liderato y certificaron que su campaña no era apenas un milagro.
Otra prueba de fuego llegó en la decimotercera jornada, cuando se impuso por 0-2 en casa de su eterno rival ciudadano y entonces vigente campeón brasileño, el Palmeiras, abriendo 12 puntos en el liderato.
El Corinthians finalizó la primera vuelta invicto y batiendo récords: 47 puntos en 19 jornadas, con 14 victorias, 5 empates y logrando la mayor racha sin perder de la historia del Brasileirao.
El once de Carrile fue prácticamente el mismo: Cássio; Fagner, Fabián Balbuena, Pablo, Guilherme Arana; Gabriel, Maycon; Rodriguinho, Jadson, Ángel Romero y Jo.
La gran baza del equipo fue su orden defensivo, con un gran Cássio entre los palos que salvó incontables puntos este año y que tuvo su reconocimiento siendo convocado por Tite en los últimos partidos de la selección brasileña.
En defensa, el paraguayo Fabián Balbuena y Pablo formaron un muro en el eje de la zaga, bien acompañados en los laterales por el internacional Fagner en la derecha y el joven Guilherme Arana -gran revelación del campeonato a sus 20 años- en la izquierda.
Fagner y Arana, con sus incursiones por las bandas, fueron el gran puntal de un Corinthians que hizo del contraataque su mejor arma, y contó con la altura y el oportunismo de Balbuena en las jugadas de estrategia para desencallar los partidos atascados.
El doble pivote defensivo en el centro, con Gabriel y Maycon, garantizó más protección defensiva y permitió al trío de mediapuntas: el veterano Jadson, Rodriguinho y el paraguayo Ángel Romero, preocuparse únicamente en atacar.
En punta, el gran nombre fue Jo Alves, quien regresó a los 30 años al club tras doce temporadas de vaivenes en las que jugó en Europa (Manchester City, Everton, Galatasaray y CSKA de Moscú), Emiratos Árabes (Al-Shabab), China (Jiangsu Suning) y Brasil (Internacional y Atlético Mineiro).
Las prematuras eliminaciones en la Copa de Brasil (en cuarta fase contra el Internacional) y en la Copa Sudamericana (en octavos ante el Racing argentino) permitieron al Corinthians centrarse únicamente en el Campeonato Brasileño.
La segunda vuelta empezó con una gran sorpresa, la derrota en casa frente al colista Atlético Goianiense (0-1), a la que siguió otra contra el Santos (2-0).
Por suerte del 'Timao', sus dos principales perseguidores, Gremio y Santos, tuvieron que compaginar la Liga con la Copa Libertadores y no supieron aprovechar los tropiezos del líder.
Lo mismo pasó con el Palmeiras, que podía ponerse a dos puntos a falta de siete jornadas si ganaba el derbi paulista, tras cuatro fechas sin victoria del Corinthians -tres derrotas y un empate- que redujeron su margen en el liderato.
Los de Carrile sacaron su orgullo y reaccionaron en el momento clave, ganando el derbi por 3-2 y encadenaron cuatro victorias seguidas que Gremio, Santos y Palmeiras no supieron seguir.