Luces y sombras para el Gimnàstic de Tarragona en un 2017 de infarto para un conjunto que salvó la categoría, y quién sabe si la economía del club, en una última jornada no apta para cardíacos.Empezó el año con la ilusión de los fichajes del mercado de invierno que a la postre fueron los artífices de una permanencia que parecía poco más que una utopía viendo cÓmo se había iniciado el curso 2016-2017. Manu Barreiro, Achille Emaná y Luismi fueron piezas clave para que el conjunto obtuviera un año más el pasaporte a la Segunda División.
No fue fácil lograr el objetivo. Juan Merino tomó el relevo de Vicente Moreno en enero, pero su trayectoria, irregular en todos los sentidos, obligó al Consejo de Administración a destituirle de su cargo para contratar a Nano Rivas las tres últimas fechas. Un acierto, las tres victorias consecutivas materializaron el objetivo de la permanencia pero no certificaron la continuidad del técnico madrileño que aludió a asuntos personales su salida del Nàstic.
Lluís Carreras cogió la batuta del cuadro catalán para iniciar la nueva campaña 2017-2018, pero las desavenencias con el Consejo y los malos resultados precipitaron su salida en la cuarta jornada. Antonio Rodríguez 'Rodri', técnico que dirigía al filial del club grana, se convertía por sorpresa en el cuarto inquilino del banquillo en un año natural, para aportar un poco de estabilidad al equipo mareado del desfile de entrenadores.
Las sombras de un apartado deportivo que se ha paseado por los malos resultados después de casi lograr el ascenso a primera hace un par de temporadas, ha dejado paso a las luces de la economía del club con deuda actual cero.
La principal obsesión de Josep Maria Andreu, presidente del Gimnàstic de Tarragona SAD, es una realidad, gracias a partes iguales al gran trabajo de PROMOSPORT, en la compra y venda de jugadores, y a la estabilidad que da actualmente ser equipo de la Liga de Fútbol Profesional.
El buen hacer, en lo económico, ha permitido que el centenario club tarraconense haya absorbido una deuda de más de 7 millones de euros en apenas cinco temporadas. Un milagro que aporta tranquilidad y seguridad a una entidad que debe volver a la senda de los buenos resultados, en lo deportivo, para acabar de engrasar una maquinaria preparada para retomar el sueño de Primera División doce años más tarde de la última aventura en la elite.
Difícil pensar en ello si cada inicio de campaña viene acompañada de más de 10 fichajes y tantas otras bajas. La cohesión de grupo y el sentimiento de pertinencia, se pierde y se diluye cada junio para dejar paso a unos primeros meses de adaptación que siempre son un hándicap insalvable para las aspiraciones ambiciosas del Nàstic de Tarragona.
El equipo ha cerrado el año con dos derrotas consecutivas que le acercan a la zona de descenso. Las altas y las bajas de jugadores volverán a marcar el inicio de año. La salvación, objetivo de mínimos.