Ignacio OrtegaMoscú, 8 jun .- El brasileño Roberto Carlos, campeón mundial en 2002, llevó este viernes a Moscú, a una semana de la inauguración del Mundial, con la copa Jules Rimet, que es exhibida por vez primera en su historia fuera del museo de la FIFA en Zúrich.
"Fue un momento inolvidable", dijo el lateral brasileño sobre el momento en que pudo levantar finalmente la copa en el Mundial celebrado en 2002 en Japón y Corea del Sur tras caer cuatro años antes ante Francia en la final.
El defensa fue el principal invitado a la apertura de la exposición de la FIFA en el corazón de Moscú en un acto patrocinado por la compañía automovilística surcoreana Hyundai, patrocinador del máximo organismo del fútbol mundial.
Roberto Carlos pudo posar junto a la copa que él ganó con la inestimable ayuda de Ronaldo y Rivaldo, y también junto a la Jules Rimet, que Brasil ganó en propiedad en 1970 al ser el primer país en obtener tres títulos mundiales.
Lo mismo hicieron la secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura, que se mostró convencida de que el Mundial de Rusia será "el mejor de la historia", y el jefe del comité organizador local, Arkadi Dvorkóvich.
Ambas son de oro macizo, aunque la diseñada en 1928 por el francés Abel Lafleur pesa 1,8 kilos y reproduce a la Diosa de la Victoria sosteniendo una vaso cilíndrico octogonal entre sus brazos y sobre su cabeza.
Mientras, la actual copa pesa más de seis kilos, tiene 36 centímetros de altura y representa a dos atletas, espalda contra espalda, que sostienen sobre sus hombros, con los brazos extendidos, una esfera.
Además, la Jules Rimet (1930-70) es una réplica de la original, que fue fundida por unos ladrones que robaron la copa en diciembre de 1983 en las oficinas de la Confederación Brasileña de Fútbol en Río de Janeiro.
Posteriormente, la FIFA decidió encargar una réplica, a la que incrustó la placa original con los nombres de los cuatro primeros ganadores del Mundial que fue hallada en 2014 en el sótano de las oficinas del organismo internacional.
Los aficionados podrán ver ambas copas a partir de este sábado en el salón de Hyundai, en cuya vitrina exterior se colocarán gradualmente entre el 14 de junio y el 15 de julio los balones de los 64 partidos mundialistas hasta formar un mosaico único en la historia del fútbol.
Además, podrán ver objetos de un valor incalculable para todo hincha que se precie como las botas de Pelé; la camiseta de la "Araña Negra", Lev Yashin, del Mundial de Inglaterra 66 o las botas firmadas que usó Zinedine Zidane cuando ganó la copa en Francia 98.
No menos milagrosas son las de Iker Casillas, el portero español que con la punta de una de esas botas expuestas en Moscú desvió el disparo del holandés Robben, parada ya legendaria que allanaría el camino para la victoria de la Roja en Sudáfrica 2010.
Otros porteros como el francés Barthez y Taffarel también cedieron a la FIFA los guantes que utilizaron en la final del 98 con victoria del primero (3-0) con dos goles de cabeza de Zidane.
La victoria de Brasil en 1994 tiene como exponente la camiseta de Romario, conocido por apenas sudar en los partidos; la de Italia en 2006 está reflejada en la de Del Piero y la Argentina en 1978 en la de Houseman.
Aunque aún no han podido ganar nunca un Mundial, las dos estrellas del fútbol actual, Messi -que llegó a la final en 2014- y Cristiano Ronaldo, cuentan en la muestra con dos camisetas que vistieron en Sudáfrica.
En las paredes del provisional museo de la FIFA en Moscú se exponen también los balones oficiales de todos los Mundiales desde el cosido de Uruguay 1930 hasta el flamante Telstar de la Copa que arrancará el 14 de junio con el partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudí.
También hay hueco en la exposición para los históricos carteles del torneo, incluido el de Rusia 2018, que rinde homenaje a la tradición cartelera soviética y al único portero de la historia que obtuvo el Balón de Oro, Yashin.