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Sarabia, aire fresco; Dembelé espabila

Luis Villarejo

Madrid, 12 ago .- Un latigazo de Dembelé dio la Supercopa al FC Barcelona. Por fin espabiló y apareció su mejor versión. Para el futuro de la selección española, en cambio, los ojos estuvieron sobre Pablo Sarabia.

Pablo Sarabia García (Madrid, 1992) es uno de los 72 nombres que maneja Luis Enrique Martínez para su nueva España. Joaquín Caparrós, director deportivo del Sevilla FC, trabaja en las últimas horas con Ginés Carvajal, agente del futbolista, en la renovación y mejora de su contrato. El acuerdo parece inminente.

Sarabia es aire fresco para el fútbol español. Es hijo de la Escuela Madrid Oeste en Boadilla. En la madurez de su vida deportiva, ha echado raíces en Sevilla. Tiene 26 años, firmó este domingo en Tánger un gol de futbolista grande. Los buenos de verdad, vacunan a las primeras de cambio. La primera que le llegó, tumbó a Ter Stegen, a los 8 minutos. Disfrutó otra en la recta final del primer tramo, pero la sacó con maestría el portero germano.

Luis Enrique debuta con España en Wembley el 8 de septiembre. Habrá sorpresas. Lucho siempre valoró la cultura del esfuerzo. Está en su ADN. Y si mantiene su hoja de ruta, con la meritoracia como bandera, Sarabia tiene pinta de asomarse por fin a una lista de la selección.

Los focos estaban en Arthur, pero la luz, el fútbol vertical estuvo en las botas de Sarabia. Llegó al Sevilla en 2016. Un regalo. Lo compró al Getafe por 500.000 euros. A cambio de esa cláusula, el Getafe lo pudo disfrutar más tiempo. Todo tiene explicación. Su valor de mercado actual es de 20 millones de euros.

Hay futbolistas que tardan más en llegar al equipo nacional. Sarabia es un clásico de los éxitos en inferiores de la selección. Ganó una Eurocopa sub '21. Jugó en el Real Madrid juvenil en la época de Carvajal, Morata o Cheryshev. Hoy disfruta con galones en el once de Pablo Machín, atrevido e inteligente en su planteamiento táctico en Tánger.

Sus tres centrales -Mercado, Kjaer y Sergi Gómez- cumplieron. Con dos laterales largos -Jesús Navas y Escudero-, activos. Y el contragolpe como receta. Complicaron la vida a la pizarra de Ernesto Valverde. El Sevilla sólo tenía una clara alarma roja. No hacer faltas al borde del área. Hablarlo en el vestuario es fácil. Cumplirlo es una quimera. Banega se llevó por delante a Arthur y el FC Barcelona sacó petróleo. A balón parado, cuando el Sevilla soñaba con el título, Messi mandó la pelota al palo y Piqué rebañó el 1-1.

Sarabia se fue en el minuto 71. Demasiado pronto. El Sevilla FC dio la cara. Volvió a ser el Sevilla competitivo, que durante años, ganó títulos con Caparrós, Juande Ramos y luego con Unai Emery. Recuperó su confianza el Sevilla FC con Pablo Machín al frente. Pudo forzar la prórroga con un penalti fallado por Ben Yedder. Pero se le hizo de noche. Ter Stegen sigue pletórico un año más. Y dio el primer título de la temporada al FC Barcelona en una final igualada.

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