El conductor del autobús de Boca Juniors que fue apedreado mientras se dirigía al estadio en el que se iba a celebrar la final de la Copa Libertadores contra River Plate relató este domingo que llegó a "perder un poco el conocimiento" y un directivo del club tuvo que agarrar el volante por él.
En declaraciones a la cadena TN, Darío Rubén Ebertz, el chófer habitual del equipo, contó que al salir de un puente vio a 300 metros a "la cantidad de gente" que ocupaba parte del trayecto y comenzó a suponer que "no iba a ser nada fácil", y confesó que le había sorprendido que no estuviese vallada una zona que siempre lo había estado en los anteriores Superclásicos.
Cuando comenzaron a ser atacados por los hinchas rivales, Ebertz vio que se dirigía hacia él una botella, por lo que se tapó la cara con un brazo y esta impactó en su axila; sobre su estado de salud actual aseguró: "Estoy un poco dolorido, pero estoy bien".
El impacto "fue tan fuerte" que "perdió un poco el conocimiento", momento en el cual el vicepresidente de Boca Juniors Horacio Paolini, que estaba sentado a su lado, "agarró el volante hasta que reaccionó y pudo tomar el control".
"Si no, no sé qué hubiera pasado, una desgracia", afirmó el conductor, y añadió que a Paolini "se lo mandó Dios, es un ángel".
Tras dar las gracias a Dios por la ayuda del directivo, Ebertz explicó que un autobús tan grande "una vez que se te escapa de las manos ya no lo contienes más".
El chófer, tras ver las imágenes de la agresión, opinó: "Viendo eso la verdad es que la sacamos barata".