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...Y al final llegó el final

Y al final, todo se redujo a un partido de fútbol, a una disputa sobre un campo de juego. Con toda la épica que requiere la definición de un título, pero sin más que festejar o lamentar que la Copa Libertadores.

Un mes de final, con aquel primer episodio en la Bombonera, del que parece que ya hace un siglo, que dio para un primer aplazamiento por un diluvio y otro más tras el vergonzante episodio camino del Monumental, cuando fue atacado el autobús de Boca.

La final del siglo, la que más expectación ha creado en todo el mundo, la que pasó por ser también la más larga del mundo o la Copa Conquistadores y "el título de la vergüenza", por trasladarla a Madrid, dejó imágenes de amistad entre aficiones antes del choque y un buen comportamiento en las gradas dentro del estadio.

No fue más que "la más importante de las cosas menos importantes", como aseguraba a Efe hace poco más de un mes Andrés Calamaro.

Una montaña rusa de emociones que llevó del éxtasis al llanto al fondo sur del Bernabéu y, posteriormente, al norte. Los xeneizes lloraron de alegría cuando marcó Benedetto, maldijeron la expulsión de Wilmar Barrios y descendieron al averno cuando marcó Quintero.

Y en el fondo norte, donde se quejaron que la CONMEBOL les "robase" la localía, los "millonarios" saltaron de gozo con el desenlace de la prórroga, porque con este título borran de un plumazo el descenso a la B, porque siempre podrán echarle en cara al máximo rival que ellos fueron mejores en Madrid, donde conquistaron una Copa Libertadores irrepetible.

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