Liverpool y Bayern de Múnich se medían el pasado martes en Anfield en uno de los encuentros más esperados de los octavos de final de la Liga de Campeones.
Un choque vibrante, cargado de ritmo y ocasiones para ambos conjuntos que terminaría con empate a cero en el marcador y con la eliminatoria por decidir en la vuelta en el Allianz Arena.
Un encuentro que fue ejemplar tanto en el verde como fuera de él. En las gradas se vivió una cordialidad absoluta entre ambas aficiones durante toda la previa del partido y durante el transcurso de él.
Una 'unión' que quedaría patente en un momento concreto del juego. Tras la primera hora de encuentro, los aficionados alemanes decidieron despejar tres pancartas reivindicativas sobre las gradas de Anfield en las que se podía leer lo siguiente: "La codicia no tiene límites. 20 euros es suficiente. Entradas visitantes: Liverpool 48 libras, Bayern 55 euros".
La hinchada alemana pretendía denunciar el alto precio de las entradas, apoyados a la política que tienen en su país con respecto al fútbol.
Medida que provocaba que los aficionados locales se levantasen de sus asientos y se unieran a la protesta al ritmo de unos aplausos que retumbaban en el estadio. Los aficionados del Liverpool tendrían que desembolsar un mínimo de 55 euros si desean ver el encuentro de vuelta en Múnich. Cifras elevadas que según ambas aficiones pueden privar a mucha gente de presenciar un encuentro de la élite de la máxima competición continental a nivel de clubes.
Los aficionados del Bayern se amparan en los precios de otros estadios como el Veltins-Arena del Schalke, cuya entrada más cara para los que viajen de Manchester para animar al City cuesta alrededor de 50 euros. Sin embargo también se podrían adquirir entradas por un valor de 20, 30 o 40 euros.