Cristiano Ronaldo ha estado hoy en Madrid para inaugurar la primera clínica de un grupo médico especializado en trasplantes capilares del que el futbolista es socio al 50 %.
La clínica de Madrid, situada en el número 26 de la calle Joaquín Costa, es la primera de la expansión internacional que el grupo Insparya prevé en los próximos años.
El delantero del Juventus ha acudido al acto de inauguración acompañado de su pareja, Georgina Rodríguez, y han posado junto al CEO del grupo, Paulo Ramos, quien lleva diez años al frente de Saude Viavel.
Para Cristiano Ronaldo esta nueva aventura empresarial es totalmente diferente a lo que había hecho hasta ahora.
"Es un proyecto único en un área diferente, la de la salud. Pero es que la alopecia es un problema muy grande en Europa y en todo el mundo y queremos ayudar a la gente a mejorar su autoestima y que no tenga vergüenza de acudir a nosotros", destaca en una nota de prensa Insparya.
"Obviamente, a todo el mundo le gusta cuidar de su imagen, yo soy un ejemplo muy claro de esto, y por eso cuando Paulo me habló de este proyecto en seguida me di cuenta de que era algo único", ha afirmado el exjugador madridista.
Además, según el comunicado, Cristiano Ronaldo ha tenido palabras de cariño para los madrileños y los españoles en general: "Madrid me ha dado mucho, no solo como ciudad, sino también en lo que se refiere a mi vida personal: mi novia, que es española; mis hijos, que han nacido en España; lo que gané en el Real Madrid, que ha sido una parte muy importante de mi vida, y los españoles, a los que quiero".
"Madrid es una ciudad que a mí me ha ayudado mucho y vamos adelante con este proyecto que estoy seguro de que va a ser un éxito", ha rematado.
La visita de Ronaldo a la capital de España ha coincidido con el anuncio de la UEFA de la apertura de un expediente disciplinario al jugador portugués por los gestos que hizo tras eliminar al Atlético de Madrid en los octavos de final de la Liga de Campeones.
Cristiano Ronaldo fue protagonista con un triplete para eliminar al Atlético y, al acabar el partido, lo celebró con un gesto obsceno, imitando, de manera evidente, el que había hecho en la ida el técnico rojiblanco, el argentino Diego Pablo Simeone, que fue sancionado con 20.000 euros por conducta inapropiada.