Cómo es la vida, ¿eh? Una tarde cualquiera, uno de tus días libres, estás viendo en la televisión una película con tus amigos y, de repente, el móvil te avisa. “Iker Casillas sufre un infarto”. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha podido suceder? ¿Por qué? Te haces preguntas, se te encoge el corazón y sientes un gélido escalofrío por el cuerpo. Joder, a tu ídolo se le ha plantado un '9' desconocido en forma de infarto en uno contra uno y él le ha aguantado y le ha gritado “por aquí no pasas”.
Paró Iker. Paró Casillas. Lo volvió a hacer el ‘Santo’. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto en los últimos 20 años? Casualmente, prácticamente desde que tiene razón el que les escribe. Basta una mirada al pasado para recordarte ahí, con tus pocos años de vida, plantado frente al televisor y fijándote en un joven Iker Casillas. Había otros 21 futbolistas sobre el campo, y algunos más en el banquillo, pero tú estabas pendiente a lo que hacía él. Era lógico que pronto se convirtiera en tu referencia, aunque tú no supieras ni que era eso por aquel entonces. Tu padre había jugado de portero en las tan puras ligas de empresas, tu hermano –tu otro ídolo futbolístico- defendía también la portería del equipo de vuestro pueblo y tú, siguiendo el curso lógico de la historia, pronto te pusiste los guantes y empezaste a hacer infructuosos intentos de parecerte a Casillas. ¡Si hasta jugabas los partidos oficiales de alevines con su camiseta en lugar de con la del equipo de tu pueblo!
Iker se convirtió en uno más de la familia. Sufrías cuando su equipo deambulaba por Europa –qué noche la del 4-0 de Anfield- y tan solo él daba la cara. No te cabía el orgullo en el pecho los lunes cuando ibas al colegio después de una de sus exhibiciones. Aún hoy recuerdas casi con lágrimas en los ojos aquella tanda de penaltis frente a Irlanda del Norte que escuchaste en la radio camino de la playa con tus padres. O la noche de Glasgow. Se sucedían las hazañas con el Real Madrid y con la selección. Pero jamás te esperabas que iba a ser él, de casi 50 millones de españoles, el elegido. El primer español en levantar la Copa del Mundo. ¡¡¡Todavía Robben se está preguntando qué fue lo que se plantó delante de él e impidió que marcara!!!
Los últimos años no fueron fáciles. Casi sin darte cuenta, sin tiempo ni -sobre todo- capacidad para reflexionarlo, el mejor portero de la historia de España era suplente en el Real Madrid, tenía a una buena parte de su afición en contra y debía soportar que le llamasen “topo”. La salida era cuestión de tiempo. Y sucedió de la forma más fría posible. Iker ponía rumbo a Portugal y tú empezabas a sentir que, de alguna forma, le fallabas por no poder ver sus partidos con el Porto. Leías que no rendía todo lo bien que se esperaba de él y pensabas que, quizá, su momento se había acabado. Pero no, Iker Casillas nunca se rinde. Ni en el fútbol ni en la vida. Porque con él en la portería, el Porto ha vuelto a unos cuartos de final de Champions. Porque con él en la portería, el Porto está cerca de ser campeón de la competición doméstica. Porque con él, en la portería o fuera de ella, el aura que tiene siempre aparece. El ‘Santo’, amigos y amigas, siempre aparece.
Sirvan estas humildes líneas como pequeñísimo homenaje a una figura que ha marcado la vida, la deportiva y la de verdad, a este periodista que siempre quiso, siempre quiere y siempre querrá ser como Iker Casillas.
Fuerza, Iker.