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EL Arsenal, entre la presión y la motivación

Manuel Sánchez Gómez

Londres, 27 may .- Para la final de la Liga Europa, el Arsenal cuenta con un alegato a su favor y otro en contra. Con un arma que puede ser decisiva y con otra que les puede hacer sucumbir. El Arsenal tiene dos impulsos de los que no dispone el Chelsea; la presión y la motivación.

Los 'Gunners' parten con un punto más en estos aspectos porque en su caso no se juegan solo un título europeo, si no también la clasificación para la final de la Liga de Campeones la temporada que viene.

El Chelsea ya ha conseguido ese objetivo a través de la Premier League, mientras que el Arsenal, relegado a la quinta posición en la tabla, lo que no pudo amarrar en el campeonato doméstico.

Esto abre dos aristas en la mentalidad y el pensamiento de los de Unai Emery. Una, que esa motivación extra les puede llevar al triunfo. En Bakú (Azerbaiyán), competirán por dos trofeos y no solo por uno. Además, sería el primer entorchado europeo para un Arsenal que aún recuerda con amargura la final de la Champions perdida en París 2006 ante el Barcelona.

Sería el primer título de la era Emery y, sobre todo, el primero después de la de Arsene Wenger. Un metal para pasar página, dejar atrás el pasado y dar un paso adelante en la historia de un club que siempre ha tenido Europa como la gran asignatura pendiente.

Sin embargo, la segunda arista en ese entramado mental y psicológico que es una final, sea del tipo que sea, es la presión. El mayor mal, junto a las lesiones, de un deportista profesional.

La presión de sentir que una derrota llevaría al traste toda la temporada. Presión que transformaría el año es un fracaso, puesto que no se habría conseguido la meta prioritaria de volver a la Champions, se habría caído prematuramente en las copas y el transcurso en la liga ha estado cerca de todo menos de ser brillante.

La Liga Europa, como el año pasado, era una segunda vía para la Champions y casi una obligación. Entonces apareció el Atlético de Madrid, apeado antes de tiempo de la máxima competición continental para apagar sus esperanzas en semifinales. Fue la última aventura europea de Wenger y tuvo un final agridulce, con un equipo negado y denostado, incapaz de eliminar a un Atlético que pasó casi toda la ida con diez jugadores.

Este año ha sido distinto y el Arsenal ha partido como el gran favorito junto a su rival en la final, el Chelsea. Ha pasado con relativa facilidad todas las eliminatorias, aunque tuvo que remontarle al Stade Rennais, y se ha plantado en la final goleando en la ida y en la vuelta al Valencia en semifinales.

Pero la presión estará ahí cuando el equipo salte al césped de Bakú. La presión de tener una temporada entera sobre los hombros. Lo harán quizás con más descanso que un Chelsea que, tras el final de la Premier, se marchó a Estados Unidos a disputar un amistoso, pero con la merma de la baja de Henrikh Mkhytaryan, alejado del encuentro por motivos políticos.

Todo son dobles caras en el club de Highbury y es que a una mala noticia le sigue una buena.

Ahora es tarea de los jugadores demostrar si esa motivación y es presión son elementos positivos o si, por otra parte, contribuyen a un fracaso 'Gunner' en Bakú.

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