Óscar González,Rio de Janeiro, 2 jul (EFE).- La selección brasileña y la argentina se enfrentan la próxima madrugada (2.30 horas), en Belo Horizonte con la final de la Copa América en juego, en un "Superclásico" que los lleva al límite, por la necesidad de ambos de mantenerse vivos en la competición.,Brasil, que siempre ganó la Copa América cuando fue anfitrión, precisa un éxito con el que recuperar el crédito ante su afición. Lo tiene que hacer, además, en el Mineirao, donde hace cinco años suf
Óscar González
Rio de Janeiro, 2 jul .- La selección brasileña y la argentina se enfrentan la próxima madrugada (2.30 horas), en Belo Horizonte con la final de la Copa América en juego, en un "Superclásico" que los lleva al límite, por la necesidad de ambos de mantenerse vivos en la competición.
Brasil, que siempre ganó la Copa América cuando fue anfitrión, precisa un éxito con el que recuperar el crédito ante su afición. Lo tiene que hacer, además, en el Mineirao, donde hace cinco años sufrió la mayor humillación de su historia; el 1-7 que le infligió Alemania en la semifinal de su Mundial.
Algo se rompió aquel 8 de julio de 2014, entre la Canarinha y su afición, que se ha ido distanciando del equipo desde entonces. Con Neymar perdido entre lesiones y problemas personales, y sin grandes estrellas que lo reemplacen, Brasil ya no emociona en el "país del fútbol". Si hace cinco años no había más que color amarillo por las calles cada vez que jugaba la "seleçao", ahora no se ven más que camisetas de clubes. La liga local tiene más tirón que los partidos de la selección.
No es menor la urgencia de Argentina. Sin levantar un título desde 1993, cuando con Batistuta, Simeone y Redondo logró la Copa América en Ecuador, para la Albiceleste es una prueba de fuego, que caso de no superar le obligaría a volver a la casilla de salida.
Tras haber despedido a 5 entrenadores en los últimos 5 años, Lionel Scaloni se juega su continuidad de forma literal. Su contrato sólo tiene vigor durante la Copa América, es manifiesto el desapego con César Luis Menotti -director de selecciones- y cada vez más se sitúa en el cargo a Marcelo Gallardo, el técnico de Ríver campeón de la Libertadores.
Y, sobre todo, está Messi. Justo cuando se cumplen catorce años de la conquista del Mundial sub'20 -con dos goles suyos de penalti frente a Nigeria- Leo Messi afronta una de las últimas ocasiones de tapar un llamativo hueco en su currículo que le desespera.
Ganador de todo con el Barcelona, ni el Mundial sub'20, ni la medalla de oro olímpica -sus únicas conquistas con la Albiceleste- están a la altura de su trayectoria.
Por eso, después de pensárselo durante seis meses, tras acumular una nueva decepción mundialista, el astro barcelonista regresó a su selección con el único objetivo de conquistar la Copa América. Aunque el próximo año habrá una nueva Copa América, coorganizada por Argentina y Colombia, el tiempo, y quizá también la paciencia, se le agota a un jugador que durante este torneo ya sopló 32 velas.
Es una ansiedad que traslada al resto de sus compañeros, como reconoció este mismo lunes Lionel Scaloni. "Yo creo que los jugadores tienen tanto cariño y lo quieren tanto a Leo que a veces quien salir más por él que por ellos mismos, pero aquí todo el mundo quiere salir campeón porque Argentina quiere, o por lo menos quiere llegar a la final", aseguró.
Scaloni podría repetir alineación por primera vez desde que está en el cargo, un hecho inédito en una selección que hace 40 partidos -y cuatro seleccionadores- que no juega con los mismos componentes.
Argentina, que comenzó con muchos problemas, ha logrado una tregua tras su convincente clasificación a semifinales frente a Venezuela, pero aún espera a su capitán. Intermitente y sin chispa, Messi ha vagado por esta Copa América torturado por el mal estado de los terrenos de juego.
Brasil, mientras, también aparece en escena llena de dudas. Que la selección del "jogo bonito" se aferre a su solidez defensiva (nadie ha podido batir a Alisson) no es el mejor de los síntomas.
En ausencia de Neymar, parecía que la estrella sería David Neres, pero el jugador del Ajax ha desaparecido hasta de la alineación. Luego, fue el barcelonista Coutinho, en una posición más adelantada que con Ernesto Valverde, quien centró la atención, pero tras un comienzo fulgurante su juego ha ido evaporándose. Y la posterior irrupción de Everton Cebolinha, un extremo habilidoso de los que levanta a la grada, también ha sido fugaz.
Por eso, la reaparición de Casemiro, que se perdió por sanción los cuartos, es la mejor noticia para Tite, porque el seleccionador brasileño nunca ha ganado sin el madridista en su alineación.
Con un Mineirao a reventar, por primera vez en una Copa América que ha ofrecido muchos asientos vacíos en sus gradas, Brasil y Argentina exponen sus problemas, dirimen esta madrugada cuál de los dos gigantes sudamericanos deberá comenzar de cero.