Luis Villarejo
Madrid, 23 ago .- Cuelga las botas Fernando Torres. Un tipo ejemplar, repleto de valores. Sus palabras siempre fueron modélicas, para guardar en un cofre. Toda su vida es un homenaje al sentido común. Mi buen amigo Julio García Mera -capitán de España campeona del mundo en fútbol sala- escribió hace unos años 'Cuando el deporte te abandona', un hermoso retrato del cambio de vida que conlleva las jubilaciones de nuestros grandes ídolos.
Suele hablar Julio de las películas de Tarzán y el camino que siguen los elefantes hasta el cementerio como alegoría. Los grandes cracks del fútbol, en general, no saben retirarse a tiempo. Siempre se van enfadados con el mundo, con la vida y con el director general de turno. Su relación con 'los corbatas' siempre es tormentosa.
Fernando Torres rompe ese tradición. Se supo ir a tiempo siempre de sus empresas. Moduló su recta final con ojo clínico. Y ahora, teniendo incluso un año más de contrato en Japón, dio una penúltima lección de vida, adelantando su adiós al fútbol.
El gran privilegio en la vida de los humanos es llevar uno mismo el volante. Acelerar y frenar cuando uno quiere. No está al alcance de todo el mundo. Fernando Torres dirige su vida con una inteligencia emocional que abruma. Como jugador ha sido descomunal. Valiente, con un cambio de ritmo frenético, una intuición fuera de lo normal y una precisión ante el gol de cirujano. El devolvió a España el crédito en el mundo con su obra de arte en Viena en la Eurocopa de Alemania 2008.
Lo fácil es que le pidan volver al Atlético de Madrid ya desde algunos sectores. Fernando Torres desactiva esa bomba con naturalidad. Ahora no toca. ¿Por qué?. Porque es la hora de la formación. No de ocupar cargos sin contenido. Es el momento de incorporar conocimiento fuera del campo. Ya sabe lo que es la industria del entretenimiento desde dentro. Ahora, apunta al conocimiento. Fusionados ambos conceptos, conocimiento y entretenimiento, será lo que él quiera en la vida.
Ahora que las portadas se inundan de la imagen de Neymar, uno se pregunta en voz alta qué sería de Neymar si él mismo o su entorno conocieran de primera mano cómo ha manejado Fernando Torres su profesión. Si el estilo Fernando Torres entrase en el ideario de Neymar, todo en su vida, lo tangible, lo intangible, su valor -el emocional y el de mercado-, se multiplicaría de forma exponencial.
Urge ya una academia de valores en el fútbol. Miles de futbolistas en todo el mundo inscribirían su matrícula. El profesor Fernando Torres transmite confianza y credibilidad.