El inglés Gary Lineker, el presentador del sorteo del Mundial de Rusia, no se cansa de estar en el foco de atención, ya que después de terminar su carrera futbolística se ha convertido en una estrella de la televisión. El exdelantero del Barcelona ha llamado siempre la atención por decir sin pelos en la lengua su opinión y llegando a protagonizar grandes momentos en la tele como cuando en calzoncillos tras ganar el Leicester la Premier League.
Pese a sus momentos, en una entrevista a The Guardian, el mítico Lineker reconoce que no le gusta la confrontacióny que huye de los conflictos: "Evito la confrontación a toda costa. Realmente no me gusta No estoy acostumbrado a eso, y es probablemente la única cosa en mi vida que me asusta. Si hay un posible punto de inflamación, trato de salir de la situación. No quiero molestar a la gente. Odio herir sus sentimientos. Pero si necesito discutir mi caso con alguien que realmente me importa, un niño o una pareja, lo haré".
"Me gusta la sensación de estar en control. Raramente pierdo los estribos. La gente me dice: "¿Cómo puedes ser futbolista y no ser competitivo?" Pero yo era competitivo y ambicioso, y estaba muy motivado. Hay una diferencia entre ser competitivo y tener ira", destacó.
Y a pesar de que considera que le gusta tener el control, Lineker también confiesa que le hubiera gustado golpear a un árbitro antes de retirarse. "Desearía haber golpeado a un árbitro antes de retirarme. A medida que mi carrera se desarrolló, surgió todo este asunto de "Nunca ha tenido una tarjeta amarilla". Yo no era un santo Estar en España durante tres años, donde las cartas salen por todas partes, fue un milagro que no obtuviera una. La gente solía bromear conmigo: "¿Por qué no le pegas una risa al árbitro?", añadió.