Manuel Sánchez Gómez,Londres, 01 nov (EFE).- Se ha convertido en habitual que los aficionados descarguen su ira hacia los futbolistas en redes sociales. Racismo, amenazas de muerte e insultos son el día a día de los jugadores cuando entran a sus perfiles en la red. ,El último caso es el del suizo del Arsenal Granit Xhaka, quien en un comunicado ha explicado que sus últimas acciones sobre el campo han venido motivadas por las ofensas recibidas a través de las redes sociales.,No se habla ya de que
Manuel Sánchez Gómez
Londres, 01 nov .- Se ha convertido en habitual que los aficionados descarguen su ira hacia los futbolistas en redes sociales. Racismo, amenazas de muerte e insultos son el día a día de los jugadores cuando entran a sus perfiles en la red.
El último caso es el del suizo del Arsenal Granit Xhaka, quien en un comunicado ha explicado que sus últimas acciones sobre el campo han venido motivadas por las ofensas recibidas a través de las redes sociales.
No se habla ya de que se cuestionen los méritos o las habilidades en el propio campo de juego. Los aficionados más radicales buscan hacer daño de verdad y ponen como objetivo a los familiares, sin miramientos.
"Te vamos a romper las piernas". "Mataremos a tu mujer". "Deseamos que tu hija tenga cáncer". Estos son solo tres de los ejemplos que eligió Xhaka para retratar la situación. Tres ejemplos que se multiplicarían, puesto que la gente utiliza las redes sociales como una careta con la que se sienten protegidos a la hora de faltar el respeto a otra persona.
Y Xhaka explotó. Cuando fue sustituido en el encuentro ante el Crystal Palace, recibió abucheos por parte de la grada, debidos en parte a su mal rendimiento sobre el terreno de juego.
La reacción del suizo fue sorprendente, acostumbrado el mundo del fútbol a que los jugadores aguanten sin tener derecho a voz propia. Se llevó la mano al oído en señal de reto, aireó los brazos y rechazó la mano de Unai Emery.
Explotó y todo lo que le vino encima fueron críticas, rumores sobre una ruptura con Emery y la posible pérdida de la capitanía. Nadie reparó en lo que podía estar sintiendo el suizo.
Hasta que decidió escribir en redes sociales lo que de verdad ocurría. Destapó una serie de insultos y amenazas que en cierta manera justificaron su enfado.
El de Xhaka solo es el último ejemplo en el fútbol inglés, donde la red social Twitter se ha tenido que reunir ya en varias ocasiones con los estamentos del balompié británico para tratar la problemática situación.
Twitter explicó que solo a principios de septiembre tuvo que hacer frente a más de 700 ataques de odio en redes.
"Este tipo de comportamientos no tienen lugar en nuestro servicio", explicó Twitter, cuya dificultad para controlar la ingente cantidad de perfiles existentes es la de que no se requiere ningún documento de identidad para abrir una cuenta.
Desde el comienzo de temporada, han sido varios los futbolistas que han sufrido las iras de la red. Paul Pogba, Marcus Rashford y Tammy Abraham denunciaron insultos racistas después de errar varios penaltis.
Este no es un problema nuevo y ya en el pasado mes de abril los futbolistas de la Premier League organizaron un boicot de 24 horas, bajo el lema #Enough (suficiente) como forma de protesta contra el racismo.
También la Policía británica se está tomando el asunto en serio y en agosto arrestó a un hombre sospechoso de insultar al futbolista del Liverpool Mohamed Salah.
Quizás todo esto sea lo que incita a muchos jugadores a olvidarse de las redes y a dejar todo en manos de terceras empresas que controlan sus perfiles y sus publicaciones, como el caso reciente de Gareth Bale. Así se evitan de escuchar insultos y, en su caso, de conocer quién es el primer ministro británico.