Londres, 10 ene (EFE).- El odio entre José Mourinho y el Liverpool tiene una fecha muy concreta. El 27 de abril de 2014, cuando el Liverpool, 23 años después, acariciaba la Premier League y el técnico luso se cruzó en su camino. ,Pocas veces en la historia del fútbol, una carrera ha quedado tan marcada por una solitaria acción como le ocurrió aquel día a Steven Gerrard, capitán del Liverpool y pocas veces Mourinho ha celebrado con tanta alegría una victoria casi inútil como aquella.,Para poner e
Londres, 10 ene .- El odio entre José Mourinho y el Liverpool tiene una fecha muy concreta. El 27 de abril de 2014, cuando el Liverpool, 23 años después, acariciaba la Premier League y el técnico luso se cruzó en su camino.
Pocas veces en la historia del fútbol, una carrera ha quedado tan marcada por una solitaria acción como le ocurrió aquel día a Steven Gerrard, capitán del Liverpool y pocas veces Mourinho ha celebrado con tanta alegría una victoria casi inútil como aquella.
Para poner en contexto, aquel Liverpool-Chelsea celebrado en abril llegaba con los 'Reds' líderes de la Premier, con seis puntos de ventaja respecto al Manchester City, su principal perseguidor, pero con un partido menos los hombres, por entonces, de Manuel Pellegrini.
El Chelsea, por su parte, se jugaba las habichuelas por otro lado. En apenas tres días dirimiría las semifinales de la Liga de Campeones contra el Atlético de Madrid. Los 'Blues' habían empatado a cero en el Vicente Calderón y se lo jugaban todo en Stamford Bridge.
Eden Hazard, Fernando Torres, John Terry y Petr Cech se quedaron fuera del once titular. Hazard, Terry y Cech ni viajaron a Anfield.
La prensa y los aficionados descartaron al Chelsea. Incluso las casas de apuestas los pusieron muy inferiores, lo normal era que perdieran. La liga la tenían muy lejos y el Liverpool lo fiaba todo a ella. Luis Suárez, Raheem Sterling y Philippe Coutinho tapaban las carencias de un grupo con mucha menos calidad en la línea de atrás.
Lanzados a por el título e infravalorando al cuadro de Mourinho, los jugadores fueron recibidos con una paseo de gloria y vítores por los aficionados en las calles de Liverpool.
Eso despertó la ira de Mourinho. "Quieren que seamos los payasos de este circo. Ellos son los campeones y quieren que seamos los payasos". Es lo que le dijo Mourinho a sus jugadores para motivarlos, como más tarde reveló en una charla con Gary Neville.
Pero Mourinho terminó aclarando lo que pasaría. "No seremos los payasos". Y no lo fueron.
El Chelsea desquició a aquel Liverpool. Lo arañó con pérdidas de tiempo y ahogando a un equipo que acostumbraba a que gracias a su poderío ofensivo los partidos se le pusieran muy de cara pronto.
Tan nervioso estaba el Liverpool, que su capitán cometió el error de su vida. Al recibir un pase de Mamadou Sakho desde la banda, Gerrard falló en el control, se resbaló y dejó la pelota muerta para que Demba Ba la recogiese, encarase al portero e hiciera el 0-1 30 segundos antes del descanso.
Dinamitó al Liverpool, que claudicaría ya en el tiempo de descuento, cuando, completamente volcado, Torres se marchó solo, como en aquella jugada en el Camp Nou, para regalarle el gol a Willian y romper, definitivamente, la racha de 16 partidos sin perder que atravesaba el Liverpool.
Mourinho, extasiado, lo celebró enérgicamente dirigiéndose a los seguidores 'Blues' desplazados a la grada de Anfield, pero también a todos aquellos que daban por perdido el partido para su equipo por tener tan cercanas las semifinales de 'Champions'.
Aquel día se terminó de forjar la enemistad entre Liverpool y Mourinho, que vivirá un nuevo capítulo este sábado, con el duelo entre Tottenham Hotspur y Liverpool.
Casi seis años después de aquella fatídica tarde para Gerrard y de gloria para Mourinho, que finalmente fue lo que único que celebró, porque a la final de Lisboa no se clasificó.