John Blankenstein, el árbitro que se quedó sin final de Championes League de 1994 por ser gay
La homosexualidad sigue siendo un tema tabú en el mundo del fútbol y no digamos ya en los años 80 o 90. Por eso sorprende más aún la historia de John Blankenstein, un árbitro neerlandés que nunca tuvo problemas en reconocer ser gay... aunque esto le afectara directamente a su carrera deportiva.
La final de la Champions League de 1994 iba a estar dirigida por Blankenstein. Su labor durante las temporadas anteriores en la máxima competición europea le colocó como el juez de aquel partido entre FC Barcelona y Milan en Atenas, pero todo se vino al traste unos días antes del choque.
John Blankenstein recibió una carta de la federación de fútbol neerlandesa en la que se le revocaba de ser árbitro principal del partido y Philip Don recibiría ese premio. El motivo oficial fue la coincidencia de nacionalidad con Johan Cruyff y Ronald Koeman, entrenador y jugador del equipo azulgrana, pero nunca terminó de creérselo del todo.
En declaraciones a Infobae, Karin Blankenstein, hermana del exárbitro, afirma que su homosexualidad le privó de arbitrar el partido que sería la cima de su carrera. Una decisión que le hizo abandonar el fútbol pocos meses después de aquel partido en el que los 'rossoneri' golearon por 4-0.
Ese hecho empañó una exitosa carrera que le había llevado a ser elegido para la Eurocopa de 1992 o la final de la Copa de la UEFA en 1993 entre Juventus y Borussia Dortmund. Una vez finalizada su carrera comenzó a ser un destacado activista en los derechos homosexuales hasta su muerte por una enfermedad renal en 2006.
Desde entonces, Karin Blankenstein dirige su fundación, en apoyo a las políticas LGTBIQ+. En Infobae, reconoce que su hermano recibía insultos en los terrenos de juego de los Países Bajos por su condición sexual, pero él siempre los achacaba a algo normal por "ser árbitro".
Karin también contó una curiosa anécdota de cuando su hermano viajaba a países como Rusia, donde los derechos de los homosexuales siempre han estado más atrasados que en el resto de Europa. John Blankenstein recibió alguna vez la invitación a cenas cargadas de lujo con muchas mujeres para él, sin que los dirigentes de los clubes que pretendían sobornarle pensasen que lo que a él le gustaban eran los hombres.