Es Noticia

África no da esquinazo a la corrupción y pone a la FIFA en el punto de mira

El presidente de la CAF, Ahmad Ahmad (primero por la izquierda), junto a Idriss Akki, director general de Lagardere, y Hany Abou Rida, presidente de la Federación egipcia; durante su peregrinación a La Meca en 2019.
Lorenzo Martínez

Dos meses han pasado desde la caída a los infiernos de Ahmad Ahmad y pocas cosas han cambiado en la fisonomía de un fútbol africano que continúa desangrándose a causa de una latente corrupción y un proceso electoral en el que los valores democráticos parecen brillar por su ausencia.

La destitución e inhabilitación por cinco años del expresidente de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), a quien el Comité de Ética de la FIFA encontró culpable de administrar fondos de manera inapropiada, hacer regalos, otorgar a dedo beneficios económicos de diversa índole, incumplir su deber de lealtad o abusar sistemáticamente de su función como máxima autoridad del fútbol africano, debía ser la primera pica para desmantelar un sistema clientelar y corrupto que el malgache había logrado poner en funcionamiento con la inestimable ayuda de un pequeño grupo de dirigentes que, al igual que el depuesto Ahmad, antepusieron sus circunstancias personales a las del balompié al que representan.

La tardía reacción de la FIFA en limpiar los brotes corruptos dentro de la confederación continental con mayor número de afiliados (54) se ha quedado, sin embargo, en su fase incipiente. Pese a ser también blanco de las investigaciones de su comité ético desde hace casi tres años y existir contra ellos innumerables denuncias por prevaricación y malversación de fondos, respaldadas por documentos y correos electrónicos sumamente comprometedores, la práctica totalidad de la ‘familia’ (como le gustaba llamarla) creada por el expresidente Ahmad sigue campando a sus anchas y, lo que es peor, dispuesta a seguir ocupando puestos clave en la nueva administración que nacerá de las elecciones que tendrán lugar el próximo 12 de marzo en Rabat (Marruecos).

Constant Omari y Ahmad Ahmad, a bordo de un jet privado encabezando una delegación de funcionarios de la CAF e invitados VIP (entre ellos, Samuel Etoo), mientras se dirigían a Kinshasa para asistir a la boda de la hija de Omari. Dicho viaje fue pagado con dinero de la CAF.

La demoledora auditoría que la consultora británica PricewaterhouseCoopers (PwC) elaboró sobre las finanzas de la CAF en 2019 por encargo de la FIFA, no sólo puso a Ahmad a los pies de los caballos en cuestiones de integridad, sino también a varios de sus colaboradores más estrechos, entre los que destacan el actual presidente interino, Constant Omari; el máximo responsable del Comité de Finanzas de la Confederación, Fouzi Lekjaa; el presidente de la Federación Egipcia y miembro del FIFA Council, Hany Abou Rida; y el presidente de la Federación de Túnez y miembro del Ejecutivo de la CAF, Wadi Al Jari. El informe de PwC acusaba a todos ellos de decidir el destino de partidas muy importantes de dinero y determinar regalos, ‘premios’, sus propias dietas y otros privilegios.

“En base a los procedimientos realizados y los documentos revisados, se encontraron varias señales de alerta, elementos potenciales de mala gestión y posible abuso de poder en áreas clave de las finanzas y operaciones de la CAF. Dada la gravedad de ciertos hallazgos, no podemos descartar la posibilidad de potenciales irregularidades”, concluía un informe que nunca vio públicamente la luz al ser calificado por FIFA de “confidencial".

Un grupo de seguidores del club Chebba tunecino se manifestó recientemente frente a la sede de la FIFA, en Zurich, pidiendo la dimisión del presidente de su federación, Wadi Al Jari, por corrupción. 

Pero todo ese material incandescente apenas ha servido para cerrar la puerta del ‘presidente’ Omari a su reelección como miembro de Consejo de la FIFA. Así lo determinó a fines de enero el controvertido Comité de Revisión que el organismo con sede en Zurich creo de un día para otro para validar a los diferentes aspirantes a ocupar los puestos de gobernanza del balompié africano durante los próximos cuatro años. Su argumento para ‘cortarlo’ fue que la mano derecha del expresidente Ahmad sigue estando investigado por su papel clave en la inexplicable decisión de que la CAF asumiera la deuda de 20 millones de dólares que la agencia deportiva de Benín, LC2 GROUP, tenía con la multinacional francesa Lagardère Sports, responsable ésta de la explotación de los derechos de marketing y televisión del fútbol africano.

Pese a ello, el veterano dirigente congoleño, sobre el que pesan acusaciones tan graves como el haber pagado con fondos de la CAF el funeral de su difunta esposa o los gastos de viaje y alojamiento de numerosos invitados VIP en Kinshasa para asistir a la boda de su hija, continúa siendo, a día de hoy, la cabeza visible de la CAF, cargo que ocupó de manera transitoria a instancias de la propia FIFA tras la destitución de Ahmad, a fines de noviembre.

Gianni Infantino llega a Nouakchott, Mauritania, en febrero de 2018, donde es recibido por Ahmed Ould Yahya (a su derecha).

El marroquí Fouzi Lekjaa, a la sazón máximo responsable de las irregularidades financieras ocurridas en la era Ahmad, no sólo no ha tenido que rendir cuentas por sus numerosos actos constitutivos de delito (pagos personales del expresidente a los presidentes federativos para asegurarse sus apoyos; autorización de gastos para sufragar viajes de placer de Ahmad y sus amigos, así como de funerales y bodas de su círculo cercano) en su calidad de titular del Comité Financiero de CAF, sino que aspira incluso a ocupar un puesto en el próximo Comité Ejecutivo. Además, Lekjaa tomó numerosas decisiones que acabaron erosionando gravemente los intereses de la CAF, lo que se tradujo en pérdidas millonarias. Sin ir más lejos, el informe de PwC detectó el desembolso por parte de Lekjaa, con “procedimientos contables inadecuados”, de 14 millones de dólares asignados por la FIFA al Fondo para el Desarrollo de la CAF. De ellos, 4'6 millones fueron transferidos sin documentos que especificaran ni el beneficiario, ni el propósito del pago.

El egipcio Abou Rida (miembro del Ejecutivo de la CAF y del FIFA Council) tampoco ha expiado ninguno de sus múltiples ‘pecados’. Y eso que, al igual que Ahmad, se embolsó las dietas del Mundial de Rusia por partida doble, una de las violaciones éticas que pusieron fin al reinado del malgache. En 2017, el hombre fuerte del fútbol nilótico también invitó a 20 presidentes federativos a pasar unos días de asueto en El Cairo, previos al Congreso anual de la FIFA en Bahrein, cuyos gastos corrieron por cuenta del patrocinador de su propia Federación. Abou Rida aprovechó esas jornadas para hacer campaña electoral y conseguir los apoyos necesarios para lograr un tercer mandato en el Consejo de la FIFA, frente a la candidatura del camerunés Zelkifli Ngoufonja. Por no hablar de su presencia, dos años seguidos, en el viaje de peregrinación a la Meca organizado por Ahmad y que éste abonó con dinero de una cuenta de la CAF que nunca restituyó.

Billetes de Astra Travel para el viaje de peregrinación a La Meca (Umrah) de Ahmed Ould Yahya, de Mauritania a Arabia Saudita, en mayo de 2018. La CAF finalmente pagó ese viaje privado organizado por Ahmad Ahmad.

Acechado por la Justicia de su país a cuenta de su participación en la adjudicación millonaria ‘a dedo’ de los derechos de televisión del fútbol africano a la multinacional francesa Lagardère, Abou Rida logró que el gobierno egipcio firmara hace un año el llamado ‘Acuerdo de Sede’, por el cual los empleados y funcionarios de la CAF gozarían de inmunidad frente a las leyes y tribunales locales a cambio de mantener la sede del órgano rector del fútbol africano en El Cairo. Con semejante entente, Rida logró que quedara sin efecto una sentencia del Tribunal Económico Egipcio por la que debía afrontar, junto a otros funcionarios de alto rango de la CAF, el pago de 50 millones de dólares en concepto de multa por la adjudicación ‘a dedo’ de los derechos de televisión a Lagardère Sports.

Por su parte, el presidente de la Federación tunecina, Wadi Al Jari, también aspira a renovar su sillón en el Ejecutivo de la CAF aun habiendo recibido ‘coimas’ de 20.000 dólares anuales de su amigo Ahmad durante su mandato y pesando sobre su cabeza la denuncia oficial que la Autoridad de Supervisión del Ministerio de Finanzas de Túnez presentó a la secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura. En la cita misiva, el parlamentario Anas Al Ayari esgrimía una serie de graves violaciones financieras y administrativas cometidas por Al Jari, las cuales vulneraban los principios básicos del código ético del organismo helvético.

PROCESO ELECTORAL BAJO SOSPECHA

La limpieza del proceso que debe conducir a la elección del nuevo presidente de la CAF y su junta directiva (el Comité Ejecutivo) quedó igualmente en entredicho a causa de la injerencia de la propia FIFA al validar oficialmente, a través de su Comité de Revisión, las candidaturas de dos hombres muy cercanos al presidente Infantino: el mauritano Ahmed Ould Yahya y el sudafricano Patrice Motsepe.

Sendos aspirantes recibieron desde Zurich el visto bueno para pelear por la presidencia de la Confederación Africana aun cuando el comité local encargado de supervisar y determinar la idoneidad de todos los candidatos (el marfileño Jacques Anouma y el senegalés Augustin Senghor son los otros aspirantes) cuestionó la integridad del mauritano y el sudafricano.

El comité dependiente de la FIFA tomó el relevo del Comité de Gobernanza de la CAF a petición de su presidente interino, el congoleño Constant Omari, sólo un día después de que el organismo independiente africano pusiera en cuarentena a Yahya y Motsepe, y acabó dando luz verde a sus candidaturas fuera del plazo establecido por la normativa electoral, lo que podría acabar invalidando todo el proceso.

El dirigente mauritano fue uno de los presidentes africanos que participó en el viaje de peregrinación a La Meca en 2018, organizado por Ahmad y financiado con dinero de la CAF. El exdirigente malgache ofreció dicho regalo a sus amigos y fue uno de los delitos que le llevó al paredón. Yahya, sin embargo, no se ha enfrentado a ninguna condena por aceptarlo.

El multimillonario sudafricano Motsepe invitó a los 54 presidentes de las asociaciones miembro de la CAF a participar en la celebración del 50 aniversario de su club, Mamelodi Sundowns, en la ciudad de Pretoria, pocos días antes de las elecciones presidenciales en Rabat. De acuerdo con las regulaciones electorales de la FIFA, tales invitaciones entran en la categoría de incentivos u obsequios y constituyen una violación de su código de ética.

La excelente sintonía del presidente de la FIFA con Yahya y Motsepe se ha vuelto a poner de manifiesto durante la actual gira africano de Infantino, que inició la pasada semana en Mauritania para asistir a la inauguración de la Copa Africana de Naciones Sub-20, y ha tenido en Sudáfrica una de sus escalas principales. De hecho asistió en Ciudad El Cabo a una rueda de prensa junto con el candidato local a la presidencia de la CAF. Tal circunstancia fue motivo de recriminación hacia el dirigente suizo por parte del candidato marfileño, Jacques Anouma, al no encontrarse su país en el itinerario de Infantino.

En el trasfondo de dichos apoyos, de los que presumen ambos candidatos y la FIFA nunca ha negado, se oculta la necesidad por parte de Infantino de mantener bajo control una confederación, la africana, cuyos 54 miembros le asegurarían el 25% de los votos totales para salir reelegido de su actual cargo en las próximas elecciones, como ya sucedió en 2019 cuando el denostado Ahmad le aseguró el apoyo sin fisuras de la asociación continental con mayor número de afiliados del planeta fútbol.

Por contra, la FIFA no se mostró tan benévola con el presidente de la Federación Argelina, Khaireddine Zetchi, a quien excluyó de la candidatura al Consejo de la FIFA por haber omitido en su dossier las sanciones que tanto la Liga de Fútbol Profesional de su país como la CAF le impusieron años atrás. El entonces presidente del club argelino Paradou AC fue suspendido tres meses en 2016 a causa de unas declaraciones consideradas ofensivas contra el expresidente de la LFP, Mahfoud Kerbadj, y el arbitraje argelino. Dos años después, la CAF le sancionó por sus críticas al depuesto presidente Ahmad.

Entre tanto, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) echó un poquito más de leña al fuego hace tres semanas suspendiendo provisionalmente la ejecución de la sanción impuesta por la FIFA en noviembre a Ahmad Ahmad. En una controvertida decisión, el organismo con sede en Lausana admitió a trámite la apelación presentada por el expresidente de la CAF, dándole la posibilidad de presentarse a su reelección al frente del fútbol africano en caso de que la sentencia definitiva, prevista para este martes, sea favorable a sus intereses y quede exonerado de los cargos que se le imputan.

Aprovechando tan inesperada coyuntura, Ahmad se dejó ver nuevamente en público asistiendo, el primer domingo del presente mes, a la final del Torneo de Naciones Africano (CHAN) para futbolistas que militan en clubes del continente, disputado en Yaoundé (Camerún), donde coincidió con Gianni Infantino. Incluso entregó el trofeo de vencedor a la selección de Marruecos como... ¡presidente en funciones!

Dietas pagadas por la CAF a Abou Rida por su estadía en el Mundial de Rusia. Se trataría de un pago ilegal ya que la FIFA era el único organismo que debía pagarle por ese concepto como miembro de su Consejo (FIFA Council).

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar