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Sasha, el niño cuyos partidos de fútbol ya no interrumpen las bombas: “Su transfer tardó semanas pero no ha faltado ni a un entreno”

Antonio Ponce

Sasha se ha hecho viral estos días por el reencuentro con su madre en el club donde juega al fútbol desde hace unos meses en Córdoba. Detrás de esa imagen viral, hay una historia. Cuando la invasión de Ucrania por parte de Rusia empezó, los tíos de Sasha decidieron desplazarse más de 4.000 km por carretera hasta la frontera con Polonia para traerse a su sobrino a la ciudad andaluza. Desde entonces, Sasha ha esperado con angustia el momento de poder reencontrarse con su madre. Un reencuentro que se producía hace pocos días. Las imágenes, de pura emoción, emocionaron a miles de usuarios en las redes sociales.

Con un hermano y su padre aún en Ucrania, involucrados en la guerra que Vladimir Putin decidió llevar las puertas de sus casas, Sasha ha encontrado en España un lugar donde estar a salvo y donde poder desarrollar la actividad que más le gusta: jugar al fútbol. Hablamos con su entrenador y con el presidente del club donde está jugando, el C.D. Juanin y Diego, que explican los problemas burocráticos que se han encontrado a la hora de inscribir a Sasha en el equipo para que pueda jugar federado. Ambos ponen en valor la increíble actitud del joven futbolista que no se ha perdido ni un solo entrenamiento durante las semanas que ha estado esperando a su transfer. Un proceso que en los últimos años la FIFA ha complicado mucho precisamente para evitar que grandes clubes vayan a zonas de población con pocos recursos a llevarse niños a sus escuelas de fútbol. Aún así, Sasha no ha perdido en ningún momento la ilusión y ha seguido entrenándose pese a no contar con la posibilidad de jugar partidos.

Sasha, el niño ucraniano que juega al fútbol en Córdoba

El testimonio de Sasha sobre la guerra en Ucrania

El propio Sasha narra con una entereza encomiable su situación en Kiev cuando empezó la guerra. "Allí también jugaba al fútbol, pero en cuanto sonaba una alerta de bomba teníamos que dejarlo y escondernos". Un testimonio desolador que choca con la actitud de entereza y felicidad de Sasha con su nueva vida en Córdoba, más ahora que ha podido reencontrarse con su madre.

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