Un árbitro da una lección tras un expulsado que perdió los papeles. Durante un partido entre el Inter de Ceuta y el Atlético Ceuta de fútbol base, el colegiado señaló la tarjeta roja a un jugador. Su compañero perdió los papeles, y comenzó a recriminar al árbitro la acción completamente fuera de sí. Tras comprobar que no se quería marchar y que le estaba amenazando el árbitro señalo el final del encuentro. El jugador, aún muy nervioso, fue detrás de él como loco.
En el vídeo superior, la lección de templanza de un árbitro de fútbol base: un jugador se niega a irse expulsado, éste le amenaza y el colegiado decide terminar el partido.
El fútbol no profesional está lejos de los VARes, asistentes, repeticiones y pinganillos a los que estamos acostumbrados en el fútbol profesional. Por ello, los que se visten de amarillo y salen a arbitrar cada partido de cada fin de semana (a veces varios el mismo día) tienen en sí un trabajo aún más duro del que ya supone ser el legislador del deporte rey. En las categorías inferiores, además, juegan jugadores en pleno crecimiento, una etapa de la vida en la que los nervios se pueden perder de manera muy fácil. Más trabajo para los árbitros. Es evidente que las ayudas que puedan recibir desde la Federación serán pequeñas y muy lentas a lo largo del tiempo, pero una respuesta a las imágenes que nos deja el fútbol base prácticamente cada fin de semana no estaría mal. Hemos visto un gol fantasma que claramente había sido gol. Hemos visto una tarjeta roja por una acción completamente involuntaria. Unas situaciones que no dejan de repetirse y que los aficionados aún no entienden. En el caso del vídeo superior, hay que quitarse el sombrero con las decisiones del árbitro.