Hakan Sukur es uno de los mejores goleadores del fútbol turco (51 goles con su seleción) y autor de 295 goles con el Galatasaray. Ahora, a sus 51 años no puede regresar a la Turquía de Recep Tayyip Erdogan. Al exjugador le persiguen en su país por unas supuestas vinculaciones políticas.
Esas vinculaciones son con el clérigo Fethullah Gulen, por exponer en una conferencia que es "albanés, como tal" y "no turco". El exfutbolista es acusado de terrorista y se emitió una orden de arresto por la que el delantero tuvo que abandonar Turquía al comportar esos cargos. Hakan se enfrentaría a la cárcel o la pena de muerte si decidiese regresar.
En 2011 se convirtió en miembro de la Gran Asamblea Nacional de Turquía. Años más tarde logró escapar de Turquía, país que le quitó la nacionalidad, embargó sus cuentas corrientes y negocios, y emigrar a Estados Unidos. "No me queda nada en ninguna parte del mundo. Erdogan me quitó todo. Mi derecho a la libertad, el derecho a explicarme, a expresarme, el derecho al trabajo", expuso Hakan Sukur.
El presidente turco Erdogan expulsó al exdelantero del país con una orden de arresto por un presunto golpe de Estado en el que aparentemente participó. "Nadie puede explicar cuál se supone que fue mi papel en este golpe. Nunca hice nada ilegal, no soy traidor ni un terrorista", dijo Hakan Sukur.
Ahora, el exjugador se encuentra en California y se gana la vida como conductor de Uber, vendedor de libros y entrenador de fútbol. "Soy conductor de Uber y vendo libros", dijo Hakan Sukur a Welt am Sonntag hace cuatro años.
El autor del gol más rápido de la historia de los Mundiales, comenzó su aventura estadounidense en Washington hasta que se mudó a San Francisco. Antes de ser conductor decidió abrir una cafetería y una panadería, pero tuvo que cerrarlas tras las presiones al trascender su identidad. "Después de la ruptura de Erdogan, comencé a recibir amenazas. La tienda de mi mujer fue atacada, mis hijos acosados, mi padre fue encarcelador y todos mis bienes confiscados", apunta Hakan Sukur.
A pesar de ello, sueña con poder volver algún día. "Es mi país. Amo a mi gente, a pesar de que sus ideas sobre mí están distorsionadas por los medios controlados", contó Hakan a The New York Times en 2018.