En su primera incursión en el primer equipo rojiblanco, como ascendido desde el filial, no tuvo la suerte de cara. Disputó cuatro encuentros, pero no vio portería. La cosa cambió cuando, en enero de 2006, el conjunto bilbaíno le repescó del Valladolid como salvador en una de las temporadas más dramáticas de la historia rojiblanca. Era el mercado de invierno y, de ahí a final de temporada, marcó seis goles. Dos de ellos en sus primeros cuatro compromisos de Liga.
El curso siguiente, el también agónico 2006-07, solo logró un tanto en las diez primeras jornadas, y desde el punto de penalti. Y en la primera campaña a las órdenes de Caparrós, la última del donostiarra antes de poner rumbo a Mallorca, tampoco empezó demasiado inspirado en tareas realizadoras. Tuvo que esperar hasta la cuarta jornada para ver portería. Aunque, eso sí, se estrenó con un doblete que permitió ganar al Levante (1-2).
Las tres dianas que suma, en cualquier caso, entre la endosada al Valladolid en San Mamés (2-0) y el doblete de Cornellà-El Prat ante el Espanyol (3-3) significan su mejor inicio goleador como león. De momento, suma 28 goles en sus 99 compromisos con la camiseta rojiblanca.