Hubo caras conocidas como las del presidente Josu Urrutia, Iribar o Koldo Agirre, junto a centenares más anónimas venidas de cualquier parte y circunstancia. E incluso otros peñistas con looks espectaculares, como las camisas hawaianas-Athletic de los Artaburuak, que configuraron un panorama singular unido por "sangre rojiblanca que hierve en las venas", que diría Jokin Caparrós.
No falto la buena comida, el poteo, las intervenciones musicales (con parte destacada para los tambores de Hellín y su homenaje al tristemente fallecido Charles), las partidas de cartas, las conversaciones de fútbol, los cánticos y el deseo unánime, casi elevado como plegaria, de vencer al Madrid de Mourinho en La Catedral. Pero eso ya era muy fifícil de cumplir.