Aún así, fue el único que vio puerta, junto a Ibai, y corrió como un poseso. El de Laguardia redebutó y ya es el pichichi rojiblanco, con dos tantos. Las famosas rotaciones (tres partidos en una semana) provocaron hasta cuatro cambios en la alineación de Cornellà, con tres de ellos de media cancha hacia arriba, aunque el efecto no fue el deseado. De Marcos, como siempre empujando y con brío, apenas participó en el primer tercio del envite, no le llegaban balones porque la medular no carburaba, no triangulaba y se multiplicaban los errores no forzados.
En el minuto 42 sí levantó la mano. El 10 rojiblanco, amante de pisar área, se sumó al ataque por el pasillo central para aprovechar un centro medido de Mikel Rico, en jugada conducida por Beñat, que significaba el 1-1. Fue un espejismo. El equipo volvió a las andadas y De Marcos, desdibujado, lo intentó de nuevo nada más arrancar la segunda mitad, rebañando un balón en el balcón del área que encañonó, pero le salió muy desviado a la derecha de Kiko Casilla.
El partido se le escapaba a un Athletic desconocido, desparecido en combate, con De Marcos presionando y corriendo su banda derecha con profusión, pero impreciso, desconcentrado. Casi la arma en una diablura en el área que acabó en el cuerpo del valladar Colotto. Valverde había advertido que podía ser la solución a Aduriz en un posible relevo, y más con Kike Sola en boxes y Toquero en Bilbao. Pero no hubo tiempo. Susaeta, en el minuto 72, le relevó. Hombre por hombre. De Marcos, no obstante, ha vuelto.