Habida cuenta de que el lunes hay que jugar en Granada, de nuevo se rotó, aunque se pasaba de los cuatro cambios de Cornellá a tres. Valverde dejaba a Muniain en el banco para activar a Ibai Gómez; mientras que Herrera y Susaeta ocupaban las plazas de Iturraspe y De Marcos.
Había ganas de mejorar, de resarcírse y sobre todo de evitar un partido de ida y vuelta vistos los funestos precedentes ante los béticos. Pero es que al Athletic le va la marcha y la primera mitad fue un sprint contínuo, de hecho Susaeta casi marca en una buena contra de Ibai a los 3 minutos. Cuando todavía muchos socios se agolpaban en las puertas para entrar.
El ritmo de salida era óptimo y la grada disfrutaba con el desmelene rojiblanco. Los leones abrían mucho el campo en búsqueda constante de las bandas, pero ni Aduriz ha encontrado aún la inspiración (la que yerra en el 19' ante Sara era mediogol) ni el Betis es manco. La exhuberancia y alegría de un Herrera convertido casi en un delantero puro y de sus compañeros traía como en años anteriores errores en la circulación y las temidas contras heliopolitanas. El primer aviso fue del ex recreativista Chuli.
Pero seamos justos. La actitud de los del Txingurri era irreprochable. Dominaban claramente aunque faltaba tino en el remate y en los pases, algo en lo que suspendían especialmente Iraola o Rico -que poco a poco fue ya fue entrando en calor-. Factores que impedían fructificar nada a la vez que oxigenaban al visitante. El paradón que tuvo que hacer Gorka Iraizoz a Matilla fue como para que por fin se aplaudiera a un portero del Athletic en San Mamés.
Y eso que este Betis, sin Beñat ni inicialmente al menos Verdú, no es que haya dado sensación europea. Más bien se le ha visto duro y fiando todo a algún contragolpe. Agradeció aliviado las concesiones vizcaínas y su trabajo defensivo al tirar la línea trajo muchos fueras de juego, pero fue bastante inferior.
A lomos de Ibai Gómez, inmenso su primer tiempo agradeciendo la titularidad, se mereció el equipo bilbaíno marchar con ventaja al descanso por ejemplo con un obús del de Santutxu al larguero que hizo rugir a la Catedral, o con su centro que también dio en el palo tras rematarlo Gurpegui ya en el 45'. Desgraciadamente los verdiblancos se escaparon vivos sin haberlo merecido.
A la vuelta hubo momentos incluso de avasallamiento. Siguió la misma tónica de apertura a las bandas por parte de un Beñat que se ha convertido en el faro absoluto del equipo. Él manda, determina y no en pocas veces ejecuta. Así que es Ander Herrera quien debe hacerse al guante de su nueva posición.
Pese a los cambios que metió Mel para frenar la avalancha el color era totalmente rojiblanco. Pero fútbol es fútbol que dijo Boskov y el desengaño iba a aumentar de forma exponencial. Primero con un penalti forzado en una maravillosa jugada individual de Susaeta que desperdiciaba Beñat, quien perdonó a su ex echándoselo a las manos de Guille Sara en el minuto 58. Y seis después con el 0-1 de Jorge Molina que aprovechaba como la defensa se volvió a dormir tras un rechace del portero navarro.
Con el disgusto en el cuerpo Valverde tiró de Muniain y del ciclón De Marcos mientras los sevillanos ya apostaban descaradamente por guardar la hucha. Fue entrar al campo el 'atleta' alavés y anotar de cabeza su tercer gol en esta Liga merced a un buen pase desde la izquierda de Beñat. El 1-1 abría un nuevo partido con dos equipos conscientes de que la próxima dentellada podía otorgar los tres puntos.
Y fue Mikel San Jose, a centro ¿cómo no? de Ibai quien volteaba el encuentro de un certero cabezazo que ponía por fin en ventaja a los leones. Una alegría que inundaba el graderío y que no se ocultó hasta el poste en una contra de Jorge Molina, que estuvo a punto de provocar un aluvión de bay-passes. Este chico es muy bueno, ciertamente.
Pero los puntos se quedaron en el botxo, y además con una gran sensación de mejora en el conjunto de Ernesto Valverde, que es algo que también se pedía a gritos. Hay cosas por mejorar, claro, pero ahí están ya los 12 puntos en la butxaca.
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