Había casi hasta rezos en La Catedral para ver si por una vez el Athletic marcaba primero y no tenía que dejarse los riñones en remontadas. Así que el tanto de Mikel Rico fue como para subir a Begoña. ¡Qué ilusión! Y eso que resulta chirriante pensar que el Villarreal es un recién ascendido. Su inicio de partido fue el de un equipo hábil, valiente y confiado como predecían sus 17 puntos en la tabla. Una puesta en escena que pareció atemorizar momentáneamente a unos leones a los que costaba dar dos pases seguidos.
Hacia falta pausa para hacer válido el trabajo de recuperación encabezado por Mikel (que tenía imán), una tarea que ya de por sí costaba lo suyo ante buenos peloteros. Los de Marcelino García Toral (hoy sancionado en la grada) dominaban y aún sin hacer nunca peligro real, sí que daban sensación de que su aliento encogía los cogotes vizcaínos.
Hubo que esperar 18 minutos para ver un semiremate de Aduriz, -que desatinado al menos siempre buscaba romper su nefasta racha-, cuando se atisbó ya una subida del pulsómetro rojiblanco. Iturraspe, pese a ser amonestado tempranamente, cogió soltura, se gustó y aún sin alardes ya sí pareció que era el Athletic quien jugaba en casa y de local. Se pudo lograr hacer llegar el balón a ambas bandas y Rico, por ejemplo, pegó un buen disparo tras una peinada haciendo sentir al Villarreal que ganar en San Mamés exige sudor. Y hoy para el submarino hasta lágrimas con dos minutos en los que las cargas de profundidad le íban a dejar camino del fondo de la Ría.
El centrocampista de Arrigorriaga íba a premiar ese empuje bilbaíno al cabecear un buen servicio de un cabreado Iraola, que fue imposible de atajar para Asenjo, para hacer el 1-0 en el 33' y su segundo txitxarro en esta Liga. Como comentábamos toda una alegría p'al cuerpo y ya el despiporre cuando Aduriz dos minutos después aprovechaba un error de Musacchio para romper su calvario y dejar al rival casi noqueado con el 2-0. 602 minutos de juego llevaba el donostiarra sin ver puerta. Fue tal el subidón que hasta el faldón de la grada vacía parecía aplaudir su exorcismo. Encima la expulsión de Bruno al borde del descanso por doble amarilla pareció dejar el tema de rechupete.
A la vuelta los levantinos movieron ficha reforzando el medio del campo en detrimento de su ataque. Pero el choque ya estaba cuesta abajo y parece increíble ver las ocasiones desperdiciadas por los leones para hacer un estropicio mayor en el marcador. Como la que se comió Susaeta en el 58'. De esas que queriendo no te salen, vamos. Se perdonaba tanto que hasta los visitantes empezaron a asomar, instante en el que Iraizoz se llevó su ración de aplausos con un par de grandes paradas, a Giovani sacando un pie prodigioso o en una falta a Trigueros.
La tribuna que vivía la noche sin quejarse ya ni de la hora ni de que fuera lunes, aunque casi lloraba con Teixeira II..., empezaba a pensar en darle la alternativa al killer del filial. Antes salieron San Jose y Beñat a un partido que ya estaba roto y al que Toquero se sumó cerrando la opción de ver al chaval, algo para lo que ya habrá su momento. Si su convocatoria ha ayudado a que Aduriz apriete, bienvenida sea. Lo importante es seguir arriba, dejar la puerta a cero y dar al equipo la oportunidad de demostrar que las críticas por falta de ambición pueden quedarse en el tintero. En sus manos está demostrarlo en Getafe.
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