El mediocentro del Arrigorriaga, titular indiscutible para Valverde formando la tripleta en la zona ancha con Iturraspe y Herrera, tiene duende de cara al gol. A sus cinco goles en Liga sumó los dos en Copa, lo que le consagra como una baza letal en los desmarques de ruptura. El primero a pase medido de Iraola, que por el pasillo central soprendía a la zaga del Betis y a Sara y el segundo de un chut que, golpeando levemente en un contrario, batía también al arquero argentino. En Segunda B, había marcado 9 con el Conquense o 6 con el Huesca en una temporada como sus mejores registros.
"Estoy teniendo la suerte de que está cayendo el gol donde voy, y que dure", afirma Mikel Rico satisfecho, añadiendo que su secreto gira en torno a "tener esa confianza, esa tranquilidad y el equipo igual", deslizó el volante, aún rememorando sus dos goles en sus declaraciones, siempre humilde: "Estamos trabajando bien, dosificando esfuerzos", ya pensando en el Atlético, ya que ante el Valladolid está sancionado.
Al margen de su balance anotador, Rico no cesó de bregar, cortar, barrer y repartir juego sin alardes, pero con pinceladas de calidad. En su línea habitual. San Mamés coreó su nombre a voces y al ser relevado en los compase finales por Gurpegi, su apellido resonó en las gradas del estadio rojiblanco.
Ernesto Valverde le ensalzó en su comparecencia de prensa al término del envite: "Es normal que la gente le cataloge el jugador del partido, contento por él porque nos aporta muchas cosas. El primer gol insistiendo a la espalda de su defensa, preciosa jugada con el centro de Andoni; cerca del área es bastante certero, un golazo".