El tiempo reglamentario estaba a punto de cumplirse y el partido había entrado en una
fase decisiva
en la que podía caer de cualquier lado. El interés del equipo rojiblanco, que se disponía a gastar el último cambio, era que este se produjera lo más rápido posible. Pero a Herrera le costó reaccionar.
La razón fue simplemente técnica. La tablilla que levanta el cuarto árbitro no iluminó el número del jugador que tenía que dejar el campo para dar entrada a Andoni Iraola. O al menos, Herrera no lo vio. Y el usurbildarra no es un recambio habitual, ni mucho menos, para el bilbaíno. Así que no se lo esperaba. Cabía pensar antes en De Marcos, que el lunes ejerció de lateral derecho titular por segunda jornada consecutiva.
Herrera, que se colocó en 'capilla' al ver la cuarta amarilla en el choque ante el Celta, le explicó al míster mientras corría para dejar el campo que no había reaccionado antes por no haber visto su número en la citada tablilla del colegiado.
La salida de los rojiblancos sustituidos en Balaídos, por otro lado, reflejaron nítidamente lo que fue el partido. Aduriz y Susaeta, los dos primeros en ser retirados por Valverde, dejaron el césped con gestos de insatisfacción en sus rostros. No era el mejor día para un delantero. Las ocasiones brillaron por su ausencia.