El mediocentro de Igorre, al que Valverde reclama más intensidad para auxiliar a su triángulo habitual en la zona ancha (Iturraspe-Rico-Herrera), actuó los diez minutos finales después de más de un mes en talleres, purgando sus dolores de espalda y madurando qué diablos le falta para ser un hombre capital, como corroboró en el Betis y le lanzara a la internacionalidad.
Cinco minutos después de saltar al verde, Aduriz cabeceó un servicio de su compañero Iturraspe y Beñat se puso a mover la sala de máquinas, enviando el balón de una banda a otra, con suficiencia, con energia, como quiere Valverde, que además le dio una palmadita en la banda, un guiño a que debe ser un hombre recuperable.
Por su parte, Toquero, que formó pareja arriba con Aduriz en un cambio de sistema de Valverde sobre la marcha, bregó y abrió espacios ante el equipo de Marcelino; el vitoriano siempre suma, ya sea por banda con sus centros de gallardía, o por el pasillo central, cazando balones imposibles. Aunque no tuvo trascendencia, incordió y escudó a Aduriz. El fondo de armario, una vez más, lo amortiza el técnico de Viandar de la Vera.