¡Que bien atacó el Athletic cada inicio del partido! Con el pie en el acelerador a fondo encararon los leones el encuentro, percutiendo con insistencia por la banda derecha y abriendo el marcador en su primer remate, a los cuatro minutos de juego. Aunque en realidad el tanto, 14º ya del enrachado Aduriz, vino a través de un córner botado desde el lado izquierdo por Susaeta y cabeceado con picardía por el donostiarra anticipándose a Caballero y su zaga.
Las importantes bajas en defensa de los malacitanos hacían frotarse las manos al graderío, ya que cada llegada sobre el área del meta argentino llevaba visos de peligro. Mucho parche, incluído Eliseu de lateral derecho, frente a un equipo que mordía en la presión, y que había salido más puesto que Pocholo de un after-hour.
Le costaba dios y ayuda a los andaluces tocar el balón y, más aún, quitárselo a un Ander Herrera que estaba de exhibición. También se gustaba, y mucho, Erik Morán, con ganas de que su segunda titularidad en San Mamés dejara mejor impronta que ante el Celta, jugando mucho más arriba de lo habitual; o un Balenziaga en 'versión brasileña' sube que te sube porque su par no rascaba bola.
De hecho Schuster, cariacontecido, mandó a los 20 minutos a Amrabat a esa banda para tratar de complicar algo la vida al de Zumarraga, aunque sea dándole collejas. Pues justo por su lado llegaría en el 24' una enorme ocasión vizcaína, en la que tras una peinada de Morán, Aduriz cruzó increíblemente en exceso una pelota que olía a gol por todos los lados.
Un desperdicio ya que el casi 70% de posesión de la primera parte y las más de 20 llegadas habían dado un escaso rédito ante un rival que deambulaba por el césped de La Catedral, siendo un rara avis verle con el balón controlado en campo rojiblanco a Juanmi y compañía. Se les vio más en alguna bronquilla, sobre todo a Eliseu y Amrabat, que construyendo fútbol. Pero tampoco hubo mucho más, y el exigüo 1-0 fue lo que hubo que llevarse al coleto hasta que el árbitro de Ponferrada pitaba el inicio de la segunda mitad. Ahí iba a bajar el control de juego pero a subir el porcentaje de acierto.
Tras un robo de balón de Morán, excelso, y un gran pase de Susaeta, Aduriz subía su nuevo doblete al marcador cuando no se llevaba ni un minuto jugado, dejando clara la caraja con la que los malacitanos habían comenzado cada uno de los dos periodos.
Era el gol de la tranquilidad para un buen Athletic, que tocaba con gusto, que veía al donostiarra buscar su hat-trick con varios remates interesantes... pero que conllevaba el riesgo de poder dormirse. Así en el 55' Darder fallaba de cabeza una oportunidad inmejorable, cuando se presentó libre de marca desde segunda línea para cabecear fuera por poco.
Los leones cogieron el recado a la primera y poco después, en el 61', en un nuevo córner peinado por Iturraspe hacia atrás, permitía a Herrera hacer el 3-0 con una bolea churrete que Willy Caballero se tragó torpemente entre las piernas. Tal vez por eso no lo celebró el exzaragocista. Fue un poco rara su actitud, pero se acogió con tanta alegría el tercero de la noche que quedó en chascarrillo. Si es que al final jugar los lunes es un chollo.
Con 20 minutos por delante el choque había quedado resuelto con lo que los banquillos empezaron a aligerarse de inquilinos, por ejemplo con la entrada de Beñat por un ovacionado Herrera, o posteriormente la de Xabi Etxeita tras su gran partido en Valencia. El ambiente era tan festivo que hasta el árbitro se comió un escandaloso penalti de Eliseu a Muniain que le debio parecer de chiste al hombre.
La semana de pasión arranca genial y este domingo hay que visitar el Camp Nou, con un Barça en combustión espontánea, que en fin, quien sabe... antes de encarar el duelo directo y trascendental ante el Sevilla de Unai Emery. Esperemos que ya con Rico y algún compañero más recuperados de la enfermería. Hoy no han hecho falta porque sus compañeros han volado sobre un Málaga flojísimo.