Uno de sus primeros retos fue mejorar la sangría de goles sufrida en el complicado segundo año del rosarino al frente de los leones. Venían de encajar la friolera de 65 tantos. Y no solo la controló, sino que en la ya pasada 2013-14, rebajó la cifra hasta un registro inédito desde finales de los ochenta. 39 goles en las 38 jornadas. Una mejoría que no afectó al apartado ofensivo. De hecho, los 66 firmados por los bilbaínos son el mejor registro desde los títulos de comienzos de los ochenta, si no se cuentan los 72 marcados en la 1996-97 en un campeonato de 22 equipos y cuatro jornadas más que el actual.
Hay que remontarse a aquellos alirones de hace tres décadas para hallar un bagaje de los rojiblancos como locales comparable al que ha acumulado el equipo de Txingurri en la temporada del estreno del nuevo San Mamés. Las trece victorias son el mejor bagaje desde entonces. Todo ello, además, disipando los problemas extradeportivos que marcaron el curso inmediatamente anterior haciendo buen uso de sus dotes comunicativas dentro del vestuario.
El cómputo de todos estos elementos positivos han permitido al Athletic conquistar el cuarto puesto, y de una forma bastante holgada, solo superado por los arrolladores Atlético, Barça y Real Madrid. Un puesto que les ha dado acceso a la previa de Champions que se celebrará el próximo 19 de agosto. Un premio que se le había resistido al conjunto bilbaíno desde aquel subcampeonato del centenario.
"El margen de confianza son los resultados, que son los que mandan. Luego está cómo intentas conseguir esos resultados. Te tienes que basar en que tu equipo juegue bien en ataque y en defensa y a partir de ahí los resultados llegarán. Tendremos que aprovechar lo que creemos que está bien y otras cosas que no me gustan hacerlas de otra manera", avanzaba el míster en su presentación. Una declaración de intenciones que Valverde ha cumplido punto por punto en este primer año de su segunda etapa al frente del banquillo rojiblanco.