Aduriz, nacido en lo ´Antiguo´. Aritz, que estás en ´nuestros´ cielos: ora en la villa foral de Gernika, como árbol enraizado en la tierra del equipo de tu ´pueblo´; ora en Lezama, como león; ora en San Mamés, predicando en rugido y dando trigo…¡Ora por nosotros!
Ratificado sea tu nombre. Prolongado hasta el infinito tu contrato. Que la clausula de rescisión equivalga a la desaparición del equipo cuyo presidente pretenda comprarte. Venga a nosotros tu reino: esa cueva junto al cabo Matxitxako donde habitas como ´el Zorro´.
Perdona a los que te desterraron a Burgos y a Valladolid, porque, no entendiendo de tu don (“gogoaren indara”), no sabían lo que hacían. Bendice a Javier Clemente, que te rescató para la causa cuando el clavo ardiendo al que el Athletic se agarraba se extinguía, luego de ser tú labrador en ´El Plantío´, y desértica zarza que no se consumía a fin de calentar a los de Pucela, para que de frío no fallecieran en el llamado ´Estadio de la pulmonía´.
Se generoso con Urrutia, tu presidente, que pagó a tocateja el montante de tu rescate. No nos dejes caer en la tentación de cometer el pecado de no creer en nosotros mismos. Ojalá no caigas tú tampoco en la tentación (es mi deseo) de comer la manzana roja de una extraña selección. Mas líbranos del mal de altura cuando te veamos volar, y te quedes suspendido en el aire, como a la espera de un testarazo, de tu enésimo bacalao. Amén