No matéis al mensajero...
Con fecha 14 de septiembre del año en curso, Asís Martín, redactor jefe de este soporte digital, capaz de desmarcarse a fin de expandir discursos tan dislocados como el mío, me dio un toque de atención para que yo, como en un juego de relevos, se lo traspasara al Club Portugalete luego del mal comienzo liguero que, a su parecer, había tenido el cuadro de Ezequiel Loza en su retorno a la categoría de bronce, de la que había disfrutado y padecido diez temporadas atrás.
Se habían sucedido cuatro jornadas con un balance de dos empates y dos derrotas. Las igualadas fueron de principio y bien seguidas. Empate en Las Llanas, frente al Sestao ´River´, y en La Florida, tras vibrante derbi ante ese equipo ´histórico´ y gemelo de Getxo llamado Arenas.
Resultó que, tras el esperanzador inicio de liga ante los verdinegros, dirigidos entonces por Félix Sarriugarte, y la confirmación que supuso poner contra las cuerdas del rectángulo de La Florida a un púgil rojinegro que ya apuntaba muy buenas maneras, el ´Portu´, que se bajaba por enésima vez ´al moro´, se quedó varado en Toledo, a orillas del Tajo y ante la mirada de un ´Greco´ que empezó a retratar con su pincel a un equipo vasco un tanto distorsionado.
Ante el Socuéllamos, y de locales, era la hora de reconducir el rumbo de la nao jarrillera. Y a punto se estuvo, de no haber sido por un par de decisiones de ´el de negro´ que afearon lo que iba para marcador bonito. Las revanchas, cuanto antes. Y fue así que el que ilumina la tabla con su farolillo rojo pagó los platos rotos: el ´Portu le partió la jeta al ´Geta´.
Preso de un ataque de euforia, tentado estuve de reunirme con Ezequiel Loza para cantar juntos victoria. Me contuve. Y, desgraciadamente, acerté. La cuadrilla de Fernando Morientes,´el Moro´, proveniente de Fuenlabrada, atenazó a los gualdinegros hasta el punto de forzar al reglamento a que se decantara por un empate a los puntos. En esta suerte de ´Tú al norte y yo al sur´ en que se ha convertido el grupo segundo de la Segunda División B, el Portu se bajó a la Alcarria, pero en vez de miel, que habría sido lo suyo, se trajo el sabor a hiel de la derrota.
Toda una semana para enjuagarse la boca con las ricas aguas de La Canilla. El Barakaldo, reservón, rocoso, nadó lo suficiente como para llegar vivo a la orilla y vestirse con la ropa seca que habría de lucir frente al Huracán en partido de Copa. Todo hasta este empate a cero goles parecía entrar dentro de una realidad asumible y, en especial, soportable. Las alarmas se encendieron al de una semana, en la villa foral de Gernika, concretamente en el alterado, para bien, tapete artificial de Urbieta…
Junto al Oka, atacados los jarrileros por la humedad del río, el Gernika de Luaces le ayudó al Portu de Ezequiel Loza a desnudarse para dejar al descubierto sus ´vergüenzas´.
Pocos segundos antes de las cinco de la tarde, a punto el árbitro de ordenar con su silbato el comienzo del partido, todo aquel que se hubiera tomado la molestia de mirar lo que sistemáticamente estaba ubicado sobre el verde habría visto lo que yo vi con una nitidez inusitada e insultante.
Una foto. Tan sólo una instantánea necesité para hacer ver al ciego, oír al sordo, sentir al insensible, oler al que perdió el olfato y saborear al que no tiene gusto. Ese once, tanto en lo personal como en la ocupación de los espacios, me sirve a mí de ´excusa´, a Ezequiel Loza, de rompecabezas… y a ustedes, respetad@s lector@s, para que entiendan por qué, una vez superados los cien días de rigor que se merecen los que llegan al poder, el vigente campeón de la Tercera División grupo cuarto es antepenúltimo con ocho puntos luego de cinco derrotas, cuatro empates y tan solo una victoria. Antepenúltimo, quién…y el Portu.
Y a uno le duele el cuello de tanto mirar hacia arriba y ver en lo alto de la tabla navegando sólidos navíos como el ´Titanic´ Arenas y el ´Poseidón´ Gernika, esas dos embarcaciones que a duras penas aguantaron la remada firme y jarrillera la pasada temporada. Molestias cervicales. Vértigo. Miedo al futuro porque el presente es complejo, pero, si uno se lo propone, sin prejuicios ni temores al qué dirán, sencillo de entender, y hasta de corregir si Afrodita y Fortuna se ponen de acuerdo para aunar el deseo y la suerte.
Hablemos claro: a Ezequiel Loza, aún siendo técnico sensato y no director de circo, le crecen los enanos… y se le menguan los gigantes. Reparemos en la imagen de Urbieta, poco antes de las cinco, aquella en la que nos quedamos clavados de inicio para terminar varados al final de la partida.
Si Ezequiel hubiera tenido poder para mantener integra la totalidad de la plantilla que le había sido dada, el once de inicio nada habría tenido que ver con ese que se vio forzado a alinear. De baja Adriá Gallego, el lateral derecho de la zaga lo ocupaba un zurdo como Larreategi, futbolista jugando a pierna cambiada con la merma que eso supone a la hora de medrar en ataque posicional o contraataque.
Jon Moya, un baluarte en el eje de la defensa, tuvo que ver el choque desde la tribuna por mor de ese partido de castigo que conlleva la contemplación de la quinta tarjeta.
Dañobeitia y Monteiro en las alas, pero sin vuelo. Germán Beltrán, en la media punta. Arriba, Iker Zarate. Y en la divisoria, en la medular, en ese doble medio centro del que el curso pasado Ezequiel Loza se sirvió para destrozar a los equipos rivales, una pareja inusual, inédita, contra-natura, Ioritz Bilbao, un escudero, y Kortabitarte, un media punta o volante que percute por ambos costados.
Cuando vi aquel cuadro, de inmediato pensé en Dante y en su infierno dantesco. Y fue así que el Portu se fue a los vestuarios con los brazos bajados y la cabeza gacha, como si caminara hacia el Hades.
El domingo pasado, 25 de octubre, el colista Mensajero llegó a La Florida por primera vez en toda su historia. Lejos de traer un ramo de flores que colocar junto al busto de todos los jarrillleros ilustres ausentes, llegó con la cesta cargada de pedruscos recogidos todos ellos en el ´Barranco de las Angustias´, base de la soberbia Caldera de Taburiente en la que los ´adelantados´ de la Corona de Castilla, con Alonso Fernández de Lugo al mando, recibieron lo suyo en su intento de someter en tiempo colombino a ese pueblo en orgullo irreductible conformado por seres de raza guanche protegidos por Achamán (dios del cielo), dirigidos por Tanausú (rey benahoarita de La Palma) y temerosos de Guayota, una suerte de demonio ardiente que trajina en la boca de ese hermoso volcán llamado Teide.
Engañoso colista. El Barakaldo no lo sometió sino a punto de sonar del juez de la contienda el último de sus pitidos.
El Portu no alcanzó sino a empatar mediante ladeada chilena de Gabri luego de que el guardameta Sergio López se hubiera tragado un balón que le llegó desde la altura del banquillo visitante. Un punto más. Que suman ocho. Pero como punto a punto no se hace en el fútbol casillero, me temo que la suerte de este Club Portugalete, que se deja el alma en cada envite.
Ese que apenas concede al rival pero que de dios y ayuda precisa para dañarle en lo más suyo, me temo, les decía, me temo mucho que la suerte, hasta ahora esquiva, no le sonreirá si a Ezequiel Loza, a diferencia de lo que les ocurre Bolo y Luaces, se le sigue negando por parte de los Hados el pan y la sal. Demasiado castigo para un hombre honesto.
Él no pide que ´el que en las alturas hilvana´ le baje del cielo una estrella azul. Este fútbol de bronce es áspero como la lija y duro como el pedernal. Ajeno al romanticismo y al gusto por la poesía, Ezequiel Loza, mientras la vida le asista, seguirá soñando la noche previa al día de los partidos con el ´portero del antifaz´, con un lateral derecho que sea diestro, con dos torres gemelas a salvo del ataque fundamentalista de las malditas lesiones, esas que de manera cruel se han cebado con la mano, la nariz y el codo de Iker Zarate, y con la parte posterior del cuádriceps del gigante Galder. Y, sobre todo, con un doble medio centro que se le resiste como si lo que pidiera fuera un unicornio azul.
El que no esté al tanto del día a día del vestuario del Club de la Florida, pero sí versado en el baloncesto de la época dorada de la NBA, que visualice a los Chicago Bulls de los seis anillos; que cierre los ojos y sienta por un momento que Alfonso Valín (rotura de fibras) es Scottie Pippen, y Carlos Merino (lesión ´o-sea´ maldita), Michael ´Aire´ Jordan, ese dios de ébano que bajó del cielo para librarnos de la pena de la quema; para, como decía Andrés Montes, el añorado “negro de Chamberí”, pensar, creer, hasta sentir, que… ¡la vida puede ser maravillosa!
También la vida del ´Portu´ con el que sueña Ezequiel. ´Casa de los Sueños´. La Florida. Portugalete. Luis Mari Pérez, ´Kuitxi´. Periodista y ex jugador del ´Portu´.