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Athletic Club: Conformismo versus utopía

32 años siguiendo la información del Athletic.

Alea jacta est. El pasado 31 de agosto se cerró el primer plazo de los mercados futbolísticos para realizar fichajes, y el Athletic Club ha decidido, por razones aún no explicitadas, prescindir de ese caladero en el que pescan ávidamente la mayoría de los Clubs. Bajas y cesiones puntuales, más la apuesta decidida por Lezama: estos serán los mimbres –a expensas de alguna sorpresa navideña- con los que afrontaremos las tres competiciones a las que, por suerte, nos hemos abonado en los últimos años.

Llama poderosamente la atención la controversia que hoy en día, en cualquier asunto rojiblanco en general y sobre este particularmente, se origina por obra y gracia de los avances tecnológicos (redes sociales), que se han convertido en altavoces que aumentan exponencialmente una pasión a la que, hasta no hace mucho, se daba rienda suelta en la barra del bar, los lunes de oficina, y poco más.
Me reconozco sujeto pasivo en este tipo de foros, ya que intervengo en contadísimas ocasiones; pero este verano admito que me he divertido bastante observando la vehemencia general en las diversas opiniones. Unos, aceptando de buen grado la prudencia económica de la Junta, sin caer en las posibles “trampas” que acostumbran a colocar nuestros adversarios –sabedores de que nuestra peculiar idiosincrasia nos fuerza a pagar, en demasiadas ocasiones, precios “fuera de mercado”-; otros, indignados por la cicatería del presidente, más ocupado en engordar la cartera que la plantilla; y casi todos, cabreados como monas por no estar informados al detalle, por parte del club, del estado puntual en cada hipotética negociación.
En este punto sí que debo romper una lanza en favor de la Directiva: cualquier contacto, acercamiento, preoferta u oferta en firme… deben ser llevados con la máxima discreción –así se hace en cualquier empresa, y el Athletic debe ser gestionada como tal-.
Eso sí; una vez terminado el proceso, independientemente del éxito o fracaso de la operación, se echan de menos unas ciertas explicaciones por parte del Club; no porque tengan obligación de hacerlo –ya existen los cauces oportunos para ello- sino porque el Athletic trasciende emocionalmente cualquier aspecto legal o reglamentario, suscita tanto interés y pasión que un poco de información adicional no hace daño al Club y satisfaría a la hinchada.
Como viejo socio y aficionado de este equipo de nuestros amores y desvelos, he conocido momentos de paz social, intercalados con otros, tal vez demasiados, en los que la fractura sentimental dentro de la afición llegó a extremos alarmantes.
Tal vez la más llamativa se originó en las elecciones de 1990, entre los partidarios de Arrate y los de Lertxundi, que auspiciada por el barniz político que, por desgracia, nos ha acompañado en nuestro diario devenir vital, ha permanecido prácticamente hasta nuestros días. 
Y sin embargo, volviendo a las redes sociales, observo que a fecha de hoy, el mayor abismo que se ha instalado entre la afición es el hipotético “conformismo” de los hinchas más veteranos, que seguimos teniendo un concepto de nuestro Athletic aún bastante romántico, por un lado; y los aficionados más jóvenes, que han crecido futbolísticamente dentro de la jungla que creó la Ley Bosman, y que consciente o inconscientemente, se desayunan, comen y cenan a diario con el oropel, el “solo sirve la victoria”, el glamour de los CR, Messi, Neymar, Pogba y demás familia… y con su mejor voluntad e intención aspiran con carácter prioritario a que nuestro Athletic compita a muerte en esa “liga”.
Para estos, no debiera existir limitación alguna, ni siquiera la mínima exigible de prudencia contable, a la hora de encarar fichajes: al cabo, ganar es, si no lo único importante, sí lo más importante. Para los “viejunos” (como yo) tanto o más prioritario que ganar es mantener la esencia que ha adornado al Club en sus 118 años de historia, consolidándolo como una rara avis en el fútbol mundial, y preservando su estabilidad institucional, financiera, etc, a medio y largo plazo (tal vez porque por edad hemos visto y vivido situaciones de cierta zozobra).
Qué somos, y qué queremos ser. Ambición versus conformismo. O utopía versus realismo. Esa es la cuestión…….
Por Carmelo Rodrigo, socio del Athletic
(Bilbao, 1961). Licenciado en Derecho por Deusto y trabajando siempre en el sector financiero. Más de 800 artículos publicados y 16 años en radio, todo relacionado con economía, fútbol, toros y gastronomía. Habitual en San Mamés desde los 7 años y socio hace 36. Ahh!!! y seguidor del Athletic por toda España y medio mundo. Más información en www.carmelorodrigo.com

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