Es Noticia

Roja para Etxebarria: El Athletic de Gainza juega con nueve

ElDesmarque Bizkaia

Aturdidos estábamos en la ´habitación del sueño´ (como le  dice el bueno de Jaime Ugarte a ese metafórico cuarto de socorro al que se trasladan los boxeadores de inmediato a recibir un guantazo demoledor) luego del fallecimiento de Egidazu, el presidente de la ´operación retorno´ que nos procuró el disfrute de Irureta y Txurruka, entre otras perlas que teníamos desperdigadas por la piel de toro.

Apenas nos habíamos levantado, algunos, otros ocupaban ya el rincón en el que una toalla al agite le procuraba el aire que le faltaba. Esta mañana (miércoles 19 de octubre), al filo del mediodía, el Athletic, en nombre de la familia, ha expandido al aire la noticia de la muerte de Etxebarria, Koldobi Etxebarria, el central de Asua que tuviera la inmensa fortuna de ser la onceava parte de ese equipo inmemorial y memorable que toda la prole de la familia del Athletic Club se aprendiera desde la i de Iribar hasta la o de Rojo, Txetxu Rojo, Rojo ´Primero´, como se les adjetiva a los que han reinado así que haya sido sin corona ni cetro, artilugios molestos  y engorrosos para los que  todo su arte físico y su intelecto lo fijan en el balón que conducen mientras gambetean con la cabeza bien erguida oteando el horizonte donde asomaba la cabeza portentosa de Fidel Uriarte y la demoledora derecha de Antón Arieta.
Iribar; Saez, Etxebarria, Aranguren; Igartua, Larrauri; Argoitia, Uriarte, Arieta, Clemente y Rojo. Equipo de cromos. Santos también llamados. Pequeños cartoncitos con fotografía de los futbolistas de primera división cuya colección, por mi poca constancia, y el alto precio de los sobres, jamás conseguía terminar y así colocar el álbum en la estantería donde se ubican las cosas que se quieren de verdad.
Mi primo Josemari, sí. Con la ayuda de su ama, todo hay que decirlo, la navarrica Mari Mañeru, aquella buena mujer que habitaba la casa con ambigú que ocupaba el corazón del campo Municipal de La Florida. Allí, mientras degustaba la merienda de pan con chocolate, o con mortadela, chorizo de Pamplona o cabeza de jabalí, me quedaba extasiado admirando aquella joya repleta de cromos y pocos rectángulos vacíos.
En Junio del 67 asistí por primera vez a San Mamés. De la mano de mi hermano, y partiendo del bullicio de aquella General de pie con columnas de refuerzo a las que se subían los más intrépidos, alcancé el murito que nos separaba de la llamada ´General Sentada´.
Ese día, el hombre que ocupaba la última fila de los privilegiados me hizo un huequecito para que disfrutara del partido a su lado, sentadito, gabardina, txapela, y un puro humeante cuyo aroma ya lo tenía mi olfato escaneado de mis partidos de La Florida. Era un Athletic versus Córdoba. Les dimos pal pelo a los de la mezquita (3-0). Cada gol era festejado con manotazos a las placas metálicas de la publicidad. Y aunque podría ser tachado de pecado de atemporalidad, permítanme que reproduzca por escrito lo que entonces se cantaba…
“¡Ariba…arriba…arriba…arriba Rojo ese balón…que Uriarte lo prepara, que Uriarte lo prepara…viene Arieta y mete gol!”…Reconozco que la primera vez que escuché ese ánimo cantado fue en el Ojillo, encima de un tablado al que un chaval se había subido para encandilarnos en mañana de San Roquillo. Uno cree que hay personas que no deberían morirse nunca.
O que, de hacerlo, deberían esperar  pacientemente hasta que lo hagamos nosotros, los que tanto los necesitamos. Hace seis temporadas (21-3-2001) se nos fue Txutxi Aranguren, el jarrillero de la eterna sonrisa que se pegaba como una toalla a su hombre a marcar hasta secarlo. Por la banda izquierda en una teórica defensa de tres, y eso que él era ´de derechas´, de fútbol estábamos hablando, no vayan ustedes a creer.
Desde ese día, el Athletic, aquel Athletic que no tenía edad y por eso a todos nos pertenecía, tuvo que acostumbrarse a jugar con diez jugadores…¡maldita expulsión: si Aranguren a su rival ni le había tocado!.. A pesar de lo injusto de la expulsión, el Club no apeló, a sabiendas de que su recurso acabaría en ese saco mustio y roto en el que los periódicos de época terminan perdiendo su color…
Al contrario de lo que le sucedió a Ernesto Valverde en la Rosaleda tras perder a Balenziaga, aquel Athletic de Piru Gainza ha sabido competir sin perderle la cara a todos y cada uno de los partidos: con diez, también se defiende y se ganan los partidos.
Esta mañana, mientras peleaba de manera desigual contra el destino desde el centro de la zaga, el juez de este partido tan raro que es la vida, el árbitro, ese máximo hacedor del que Mario Angel Marrodán llegó a decir que “desde las alturas hilvana”, le ha enseñado la roja, cobarde trencilla que no ha tenido la decencia de oficiar de tú a tú, de dar la cara: ha mandado a un emisario para que le hiciera el trabajo sucio…
Era el 67, el 68, ¡el 69!...Estadio Santiago Bernabéu. Final de la ´Copa del Generalísimo”. ´Atlético de Bilbao´ versus Elche de Alicante. “Parecía que iba a llegarse a la prórroga cuando en el minuto 82 un jovencísimo Clemente, que jugaba de interior zurdo, realizó un brillante cambio de juego que habilitó una internada de Arieta II, que logró batir a Araquistain”…  gol que no encontró réplica por parte de…Ballester, Iborra, González; Lezcano, Llompart; Serena, Curro, Vavá, Asensi y Casco.
El trofeo, para Bilbao. En esa final, en ese once, oficiaba de defensa central Etxebarria, apellido que escribo con A de purista vizcaíno (San Mamés BARRIA) así que los tradicionalistas me amenacen con arrastrarme por el badajo. Sáez, Etxebarria, Aranguren. Un Etxebarria sobrio, elegante, limpio, líder del ´Gure estiloa´ que por entonces ya se predicaba y abundante trigo daba.
Cromos. Álbum. Los sobres los compraba donde Marina, una tienda aquella de golosinas y ´jariguay´ en vaso único y sin aguar, que se encontraba al otro lado de la carretera de la portugaluja iglesia de la Divina Pastora liderada por Josu Totorika, sacerdote ejemplar y muy buen amigo de la familia.
Y en medio, en lo que hoy es un jardín de esos que no se pueden pisar, un canalón, esa, aquella especie de pequeño campo de golf que con el paso del tiempo, y a base de jugar a las canicas, habíamos convertido en canalón, un mundo de tierra y en cuesta plagado de agujeros en el que se aplicaba aquello de “golpe y juntas”,  dos por dos cuatro. Cromos que, generalmente, perdía y perdía porque lo mío no era jugármelos  a las canicas, sino la pelota que rodaba por el verde de La Florida en aquellos partidos a lo ancho aprovechando que uno era sobrino nieto del que era, Demetrio Villa, el utillero más legendario que ha tenido en su larga historia el Club Portugalete.
Perdía a las canicas en las que nos jugábamos los cromos que habíamos comprado en la tienda de Marina y Bautista. Y como era niño sumamente inocente que creía que podría recuperar lo perdido, insistía en el juego hasta bien entrada la noche…para terminar volviendo a casa ´pelado´…
No recuerdo el precio de cada cromo. Sé que los ´repes´, abundantes, servían para el trueque. Sé que Iribar era uno de los ´difíciles´ de la ´cole´. Que Sáez era un extremo retrasado a la defensa. Que Aranguren se pegaba a su presa. Que Igartua marcó desde cuarenta metros en el Bernabéu, gol copero que a la postre no sirvió para el pase porque a la vuelta en San Mamés el Real Madrid nos encajó dos tantos dirigidos por un Pirri imperial.
A Larrauri le apodaban ´Zapatones´. Tenía fama de duro, pero yo, como Jose Mari Mujika, ponía la mano en el fuego en lo que atañe a su fair play. Con el hijo de Argoitia compartí vestuario. Uriarte era un fenómeno desde los pies a su portentosa cabeza, Fidel Uriarte, del que me dicen que anda un ´poco malito´. Arieta nos dio la copa del 69 frente al Elche.
Clemente iba para elevar su zurda a lo celeste… y se quedó en el suelo clavado, tierra de Lezama en la que, a pesar de tanto como le ha dado al Athletic, continúa sin ser profeta. Y de Rojo, qué decir. “El mejor jugador en la historia del Athletic”, así lo define el rubio de Barakaldo. Senarriaga, en el banquillo, pero mi cromo más preciado, quizás por su apellido que no tenía parangón…
Hoy, mañana del miércoles 19 de octubre, el máximo juez de esta contienda que es la vida le ha sacado la tarjeta roja a Exebarria, el defensa de Asua, el central de aquel once que entrenaba Piru Gainza. Desde hoy, el Athletic, el Athletic de aquella alineación inmemorial y memorable juega con tan sólo nueve jugadores.
Aún así, este equipo, “Caso único en el mundo del fútbol”, como le bautizara el diario deportivo francés L´Equipe, tendrá que acostumbrarse, y ojalá que por mucho tiempo, a, recompuesto su sistema y ajustadas sus líneas, jugar en inferioridad, Iribar y ocho más. Parece quimérica la empresa.
Sin embargo, allá en su Francia, Luis Fernández, el de la ´Champions Luis´, como parió en su día el prodigioso intelecto de Jose Iragorri, ese ´Niño Jesús´ que, en palabras del presidente Arrate, era para el Athletic el francés de Tarifa, Luis Fernández, les decía, el que, en su época de mundialista, convertía los partidos en rondos al amparo de Giresse, Tigana y Platini, el de “la Begoña” y los “Leones con tres cojones” creerá, más que nunca, que con nueve jugadores también se puede ganar.
Y con ocho, y con siete, y con seis…hasta que aquel once que capitaneaba Etxebarria se deshaga por completo, hasta que todos los que ahora nos estremecemos al sentirnos Athletic nos hayamos convertido en polvo estelar. Ya lo escribió Xabier Lete, cardador de lana literaria y musical, ya lo alzó hasta la fama Mikel Laboa…
…”Izarren hautsa / egun batean / bilakatu zen bizigai… …eta horrela bizitzen gera / sortuz ta sortuz gure aukera /  atsedenik hartu gabe: lana eginez goaz aurrera / kate horretan denok batera…   gogorki loturik gaude… …gu sortu ginen enbor beretik sortuko dira besteak
GOIAN BEGO, KOLDOBI ETXEBARRIA
Por Luis María Pérez, Kuitxi, periodista y exfutbolista del CF Portugalete

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar