Es Noticia

La afición del Athletic: por la historia y por el futuro

Ernesto Díaz

La afición del Athletic Club. ¿La mejor de todas? ¿La más entendida? ¿La más leal a su equipo y a su club? ¿La más señorial? Sí, sí, sí, sí. A lo largo del tiempo, ésa ha sido la respuesta a todas estas preguntas. ¿Verdadero o falso? ¿Una travesía de lo real a lo irreal pasando por tópicos como castillos? ¿Cómo se mide o pesa, cómo se certifica, que es la mejor afición, la más entendida, la de mayor lealtad o poseedora de la etiqueta dorada a la más señorial?

No se puede caer en el amarillismo o en el cerrilismo, o resbalar fruto del papanatismo. Los buenos aficionados no son solo aquellos que llevan bufanda rojiblanca al cuello, tampoco solo los que acompañan al equipo en los desplazamientos. Los buenos seguidores del Athletic no son de primera o segunda clase en función de la edad o de la tarifa de su carnet de socio. Ni los que se ponen al borde del abismo porque los suyos pierden por un gol con el Atlético Escalerillas.  
Parece que la afición se queja más por el ‘maná’ que cae sobre sus localidades en el nuevo campo que por la trayectoria del equipo. Mal está que una parte de los socios se mojen y a tal situación habrá que poner stop, pero esto de la lluvia me trae recuerdos de las décadas de los años 50 y 60 cuando el público acudía San Mamés, a la enorme y destapada grada de general, que se poblaba de paraguas, y por el precio de la entrada, además de aplaudir jugadas y goles, salía duchado con la gabardina puesta.
La buena afición athletica que entiendo es la que conoce la herencia rojiblanca, respetuosa con sus propios jugadores, cuadro técnico, árbitros, rivales y medios periodísticos; un colectivo de soñadores de triunfos posibles e imposibles, sólidos encajadores en tiempos de crisis de resultados y que, por su apego a la institución rojiblanca, debaten por lo justo y conquistable, incluso frente a directivos desorientados. Puede haber dudas sobre ‘la producción en la cantera’ de Lezama, pero ninguna sobre nuestra afición, colosal y entregada.
En estos tiempos en los que se habla de que San Mamés está frío y de que hay que caldear la ‘nueva catedral’ –parece lógico, estamos en invierno- no existe otra ‘medicina’ que el rugido rítmico, acompasado y al unísono de equipo y afición. Cada uno en su hábitat, o sea, sobre el césped y desde la grada. En comunión por la historia y por el futuro.
Por Ernesto Díaz, 53 años en el Periodismo deportivo 

Escribir comentario 0 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar