Coleaba el baño de Leganés, plaza supuestamente asequible que como otras antes no terminó siéndolo. Un imprevisto fiasco en Butarque que volvió a dejar al Athletic Club en el vagón de cola de los aspirantes a entrar en Europa. Otra oportunidad perdida de afianzarse en una zona noble que por momentos se ha puesto incluso barata. El equipo no aprovechó una plaza razonablemente propicia para sumar 3 puntos y beneficiarse de los tropiezos de algunos rivales directos que involuntariamente les abrían el pasillo. Punto milagroso, inmerecido e insuficiente para los retos de un Athletic que por sus deméritos se volvió a quedar rezagado.
Suele pasar, sí, también aquí, que el juego decepcionante enciende las alarmas activando un malestar generalizado, mal rollo que hizo que después de la meritoria eliminatoria copera ante el Barça lo discutiéramos todo. En futbol todo pasa del blanco al negro en cuestión de segundos y muchos de repente veíamos al equipo patas arriba justo en este momento de balances a media liga. Un Athletic irreconocible a punto de cerrar la primera vuelta pidiéndo la hora y con la botella de la ilusión medio vacía.
Asomaba en el horizonte el partidazo frente al Atlético, uno de esos encuentros que siempre gustan en Bilbao, porque además de otros reclamos se le tienen especiales ganas a la última bestia negra de los leones. El domingo había que enmendar la plana, lavar la imagen ante un rival de campanillas, pero todos sabíamos que antes era necesario masticar la terrible imagen de Leganés. Nadie dudaba que la semana se iba a hacer muy larga en los mentideros rojiblancos.
Hacía falta tiempo y razonamientos exculpatorios más precisos que aquel de aludir a las bajas antes de meterse de lleno en la cita con los colchoneros. Aquí no nos gustan ni las medias tintas ni los paños calientes pero no somos tan cainitas con nuestro equipo como ocurre en otros clubes. Por estos lares somos más bien sobreprotectores, pero claro, un despropósito como el de Leganés obligaba a revisar el video, ser críticos y a sacar el palo. Consecuencia, las plumas se afilaron y las voces se levantaron en unos micrófonos que pedían una explicación justificativa para un partido tan espantoso.
Ahora es ventajista decirlo pero puede que funcionaran el látigo del entrenador o que llegará a la plantilla el enfado mayúsculo de la parroquia evidenciado a través del cabreo en los foros y el cuestionamiento en los medios. O simplemente sea cosa del tantas veces inexplicable e imprevisible futbol. Pero el caso es que este Athletic nuestro de las dos caras y tan solo 6 días pues del turre de Leganés revertió los ánimos gracias a la notable mejora ofrecida frente al Atlético, más en la actitud que en el juego, por cierto.
Un empate que estuvo cerca de ser triunfo (aunque las facilidades en el golazo de Griezmann también son discutibles) pero meritorio en todo caso porque vino precedido de una remontada que ha atenuado temporalmente las voces críticas.
Ya os digo que empezábamos a ver una deriva demasiado peligrosa en el futbol desarrollado por el Athletic en este primer cuatrimestre. No son pocos los que ahora a mitad de curso, con los objetivos más o menos intactos -aunque sea de forma justita ya estaban cuestionándolo todo empezando por el entrenador y terminando por jugadores que hasta no hace mucho parecían intocables.
Si los buscamos diremos que también hay eximentes objetivos que condonarían una sentencia condenatoria a mitad de partida. Si salvo la Copa aún está prácticamente todo a tiro (jugando muy por debajo del nivel que sabemos que tiene esta plantilla y con jugadores clave que aún nos tienen que dar mucho más de lo que han podido ofrecer hasta ahora), si con estos mínimos aún estamos en la pomada no debemos dejarnos llevar por esa corriente negativa que puede ser la puntilla que precisamente, ni merecen ni nos merecemos, en un año que todavía nos puede dar muchas satisfacciones.
Ahora bien, parece que nadie perdonaría cualquier resultado que no fuera este domingo una victoria contra el Sporting, antepenúltimo de la liga. Son ya demasiadas oportunidades perdidas.
Por Angel López, periodista de Onda Vasca