Iñaki Williams lo intentó una y otra vez por la banda derecha. Como si no hubiera un mañana. Percutiendo e insistiendo en una primera parte en la que superó a su par como una apisonadora, el chipriota Nicholas Ioannou, incapaz de cercenar la velocidad endiablada del 11 rojiblanco. Si bien sus continuos centros no encontraron rematador, sí que cabeceó el suyo a la red en su estreno goleador en Europa en este curso. Soberbio la verticalidad del canterano, que sentó al 44, la doble silla.
Williams entraba en todo, no cesó de intervanir, de pedir la pelota, de ofrecerse. En una triple oportunidad en la que tras De Marcos y antes que Yeray remataba casi a bocajarro ante Waterman. En el minuto 17, se va por piernas por la derecha, se saca un centro templado para que Muniain rematase, solo, alto con la testa en una ocasión excelente. Al borde de la media hora, Williams de nuevo deja sentado al 44, se va hasta la línea de fondo, escorado centro chut que se pierde estéril. A renglón seguido remataba desde el área grande, en la antesala del rebote que Balenziaga enmendaba, con el 1-1, el gol de Efrem en la única ocasión chipriota. Cerraba la primera parte de nuevo Williams, con el que Ioannou, lateral izquierdo del Apoel, no podía, aunque de nuevo el último pase se perdía huérfano de rematador.
Para no cambiar la caricatura, el segundo acto arrancó con un resbalón de su par, aunque no pudo aprovechar el percance, para minutos después, de nuevo, se iba por velocidad de Ioannou, que seguro que esta noche sueña con él, y asistía a su brother Munian, que no acertó a batir al arquero chipriota. Eso sí con la tranquilidad del 2-1 que ponía en el luminoso el de casi siempre, Aduriz. Y la apoteosis llegó con su gol de cabeza, el 3-1, cruzando el cuero, tras asistencia de Raúl García, en una de sus vertigonosas coladas por el pasillo central. Brutal. Su primer gol en la Europa League. Y no se conformó, de nuevo burló a su par, esta vez el 90, Yarmberé, al que le hizo un hijo de madera, aunque sin consecuencias su pase de la muerte. Pensando en el Valencia, Valverde le concedió el relevo de Susaeta, en el minuto 77, que también necesita su cuota de presencia. Williams había brillado y San Mamés se lo reconoció correando su nombre de pila. Lástima que en la segunda y última ocasión, el 70, Gianniotas, recortase para ajustar el tanteador de cara a Nicosia.