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'Gure estiloa'

Kuitxi

Forma, manera, modo de comportamiento. Así reza en el diccionario. Estilo. ¿Elegancia... o ir a la moda? Y si la moda se degrada hasta límites insospechados y, por no parecer un bicho raro, todo el mundo la sigue? ¿Se acuerdan ustedes de aquellos tiempos en los que la liga española tan solo permitia las fichas federativas de dos jugadores extranjeros y/o no seleccionables por el combinado nacional? ¿Y qué me dicen de los oriundos, y, en cántico, adonde se les mandaba desde las gradas del viejo San Mamés?

Llego Boscman, un pobre desgraciado que quería pasar a la historia y la armo hasta conseguir que sus exigencias se convirtieran en ley. Los equipos podían fichar tantos futbolistas comunitarios como quisieran. Alarma. Reunión de pastores, oveja muerta. Lendoiro rompió el pacto entre caballeros y el resto de los equipos de la liga lo siguieron a fin de no jugar en inferioridad. Muy pronto se llegaría al esperpento que suponía que algunos equipos alinearan un once el que no figuraba ningún jugador que pudiera ser convocado por el seleccionador español de turno. Mientras, el Athletic Club aguantando el tirón.
Gure estiloa. Euskeraz esanda, Athletic Clubari baino ez dagokion zerako zeraren zera. Gure Estiloa. Frantziako L'Equipe kirol egunkariak honako hitz potolo hauek munduratu zituen: "Athletic Club: caso único en el mundo". Fue el título de un reportaje que el rotativo parisino, considerado como la Biblia del deporte, y del fútbol en especial, realizó en los años treinta para glorificar a un club de fútbol que saltaba a los terrenos de juego con un once a base de la selección y el descarte de los popularmente llamados "aldeanos vascos".
Filosofia. Quizás una palabra grandilocuente como para significar que desde que la entidad se asentó y cogio poso, en el vestuario solo podrían vestirse futbolistas nacidos y/o formados en Euskalerria, esa Euskalerria que, no sabiendo de fronteras, aúna a Bizkaia, Araba, Gipuzkoa, Nafarroa goikoa zein behekoa), Lapurdi y Zuberoa.  En cuanto al 'Gure estiloa', recuperemos lo que en confesión pública el presidente del Valencia Manuel Llorente declaró a la revista oficial del Athletic: "Los once jugadores que saltan a un terreno de juego son el fiel reflejo de la entidad que representan, y el orgullo que siempre exhibe vuestro equipo por vestir la elástica rojiblanca es correspondido por el rival con una distinción que vale más que cualquier título, la del respeto y admiracion". No se yo, no sé yo. 
Lloviendo lo que llueve cada vez que el Athletic visita el estadio de sus rivales, Mestalla es paradigma, no sé yo si el otrora presidente del Valencia escribia al dictado de lo facilon o eran  lo suyo sonidos del alma...  Si el estilo es la educación, la honestidad, el respeto y hasta, incluso, amaras a tu rival como a ti mismo, podría ser que el estilo, materializado, tuviera mucho tirón en las tiendas del Athletic Club. Jose Iragorri, que me mira por encima del hombro mientras estas cosas escribo, era un ser que lo del Gure Estiloa lo llevaba hasta el extremo, aún a riesgo de que ese 'finisterre' fuera el borde de un despeñadero por el que los equipos se precipitan a la Segunda División. Ez dakit, ba... Ez dakit...  Zalantzarik ez, Athletic da, talde guztien  artean, bere jokaera zintzoa eta leiala, bere fair-play delakoa kontuan hartuta, fútbol munduari mesederik gehien ematen diona. Adibide bat argitaratzekotan, ekar dezagun gogora San Mamesen aspaldiko partidu batean gertatutakoa...  Era un Athletic Murcia en La Catedral. García Soriano era la estrella que más brillaba en el equipo pimentonero. En una de esas, García Soriano, aprovechando un pase largo, y habiéndole ganado la espalda a nuestro central, enfilaba la portería para vérselas a solas con Iribar... en la Catedral. No quería conversar con el Chopo el delantero murcianista, sino batirlo.
Visto el panorama, Astrain, que era el central al que la velocidad de su rival había dejado en evidencia, le pego una patada de esas que ahora es roja directa te vas a la calle y dejas a tu equipo con diez... pero que por entonces tan solo era tarjeta, blanca o amarilla, o acaso cartón por entonces no se exhibía y era todo puro lenguaje verbal.
Pues bien. Dada la patada, derribado el combatiente del ejército enemigo, la Catedral, aho batez, le pego una pitada al central navarro de tales decibelios que aún, en noches de malos sueños, le zumba en los oídos al bravo central navarro cual peligrosa amenaza para los huesecillos del sentido de la audición.  Eso, aquello, la respuesta de la afición rojiblanca a la falta cometida por Astrain podría ser considerado como inequívoco modelo y ejemplo de lo que ya por entonces era el Gure Estiloa. Es decir, mientras ahora, ejemplaricemos, una acción similar protagonizada por Pepe o Sergio Ramos habría derivado en tarjeta roja y abandono del central merengue del estadio entre una atronadora ovación por los servicios prestados a la empresa de Florentino, ya entonces era motivo de vergüenza propia para los fieles de la Catedral...  Pasa den domekan, Gato Romeroren Málaga taldea etorri zen bisitari gurera. Partidu itsusia. Joku eskasa, zakarra. Hala ta guztiz be...  Mientras el cero a cero goles se clavaba en nuestros ojos como epitafio lapidario, pudimos asistir a dos balones lanzados fuera del rectángulo de juego por el Athletic a resultas de dos futbolistas caídos en el fragor de la batalla. Expectantes, me congratule al comprobar cómo el Málaga devolvía el balón al que lo tenía antes de que el juego se hubiera detenido. Todo era bello. Todo era hermoso. Fair play. Gure estiloa, y como muestra, los dos botones del equipo malacitano.
Pero, ay ama, cuando Rulo ya había marcado y el partido se consumía en las llamas de los cinco minutos de la prolongación, he ahí a Lekue retorciéndose de dolor en su zona derecha de la defensa. Y el balón en los pies de los andaluces. ¿Lo tiraron fuera?... Esta vez tocaba que no. El Athletic lo recuperó para de inmediato echarlo fuera mediante un golpeo liviano.
Álvarez Izquierdo, que no había ordenado la detención del juego aun viendo al rojiblanco tumbado en el verde, se acercó al herido y, tras auscultarlo con su mirada y un leve toque en el hombro, dio el visto bueno para que entraran en acción las asistencias. Y he aquí que Iñigo Lekue tenía pupa; que lo suyo no era teatro.
Desalojado el perjudicado, era la hora de medir el noble estilo de los boquerones. Cuando la parroquia de la la Catedral vio que el Málaga, en lugar de devolverle el balón al Athletic, se disponía a sacar de banda aprovechando la potencia de uno de los suyos capaz de ubicar el esférico en el corazón del área rojiblanca, la Catedral estalló con una furia inusitada...  Cuando estos gestos se producen, así como tantos que en este artículo no cabrían, tales como ese principio que dice que la cantidad de jugadores visitantes que se desploman cual soldaditos de plomo así que su equipo vaya por delante en el marcador es directamente proporcional al paso de los minutos que se dirigen hacia el final a partir de los 20, 25, o 30 minutos de la segunda mitad.
Ante comportamientos como estos, la Catedral enfurece con tamaña magnitud que se diría que los aficionados son los leones, y los que deberían serlo, debilitados tximbos rojiblancos atrapados en la jaula del Gure Estiloa. Si fuéramos coherentes con nuestro elegante e innegociable estilo rayano con la pureza y la santidad de los místicos, no cabría ni el enfado ni el cabreo.
Zarra, Telmo Zarra, la mejor cabeza europea después de la de Winston Churchill, hallándose con el balón en sus pies delante de una portería vacía, al ver que el portero yacía herido a resultas de un choque, en vez de alojar el cuero en la portería ajena lo lanzó fuera.
Se de un inglés de la Premier que también lo hizo. Recuerdo el caso de un lanzador británico que marró adrede un penalti entendiendo que el trencilla se había equivocado de manera palmaria al señalarlo.  El Gure Estiloa, cuando se traslada al terreno de juego, es un valor añadido  que engrandece nuestra historia pero que, a la vez, nos quita puntos, bastantes puntos. Jose Iragorri asumía tanto lo uno como lo otro. Un José Iragorri que me acompaña y al que pregunto: Hoss, imagina, ponte en la piel de un león que, como a Zarra le sucediera, se halla en un tris de marcar porque la portería está vacía, el, a dos metros de la raya de gol, y el cancerbero desmayado por un daño inescrutable.
Imagina que ese gol inevitable es el de los tres puntos que se necesitan para no descender por primera vez en la historia a la indigna Segunda División. Es decir, si marcamos, nos mantenemos. Dime, Hoss, ¿qué harías?... ¿Coger el balón con las manos y entregárselo al árbitro para que el trencilla, luego de señalar mano, te abrace en un temblor, o destrozar las mallas con rabia? Piénsalo bien: el gol es la permanecía; ¿el desaprovechar la ocasión nos condena al descenso y agranda el slogan del Gure Estiloa?...  Guarda silencio Jose Iragorri, el más fiel defensor de los valores humanos del Athletic Club. No hay respuesta. Y si la hay, esta, como decía Dylan, en "el 'Tiemblo'", sureste de Avila, hermosos bosques de Castaños, Vettones, Valle de Iruelas, mucho frío en invierno. Pero ahora que la primavera acecha escondida en la foresta, tibias temperaturas, yo le animó a todo aquel que busque respuesta al terrible supuesto que le he planteado a José Iragorri, a que se acerque a las hermosas tierras abulenses. Ahora bien, les advierto que toda persona que busca la verdad corre el peligro de encontrarla.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz

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