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Decisión final en el banquillo del Athletic

Fernando Mendikoa

El fin de curso rojiblanco augura aún fuertes emociones y, en concreto, la resolución de dos aspectos de trascendencia que marcarán el inmediato futuro posterior; e incluso, a partir de uno de ellos, una suerte de efecto dominó que conllevaría otros.

El principal, pues a fin de cuentas es lo colectivo lo que siempre debe importar en el Athletic Club, habla del puesto que ocupará el equipo una vez concluya el campeonato, si bien el camino que llevan los leones nos hace pensar en positivo de cara a repetir viajes por el continente.
Aunque tampoco podemos ni debemos engañarnos: la nómina de pretendientes a dichos pasaportes es nutrida y, a partir de ahí, sabemos que habrá que estar preparados para una lucha sin cuartel, sin margen por tanto para la tregua ni la compasión. Y es ahora, en este vital momento del torneo, cuando vemos que se han roto y entrecruzado dos cuestiones que se mantenían firmes (una para bien, la otra para mal) y que esperemos que en uno de los casos vuelva a ser lo que era.
Los partidos en San Mamés se contaban por victorias y, las pocas veces que las cosas no iban demasiado bien, por no derrotas. Cierto es que otra cuestión a analizar, y no poco importante, es el juego presentado, escaso por momentos; pero los puntos se seguían sumando sin rastro de contrariedad por parte de los athleticzales más prácticos.
Sin embargo, la casi impecable tarjeta de presentación como anfitriones se hizo pedazos ante el Real Madrid, aunque lo injusto del resultado nos permite seguir siendo optimistas en relación a próximas apariciones del equipo ante su público. Eran, por el contrario, los encuentros lejos de la catedral los que nos provocaban verdaderos quebraderos de cabeza y pesadillas de todo tipo: afortunadamente todo terminó en Anoeta (o eso queremos creer), tras los brotes observados en Sevilla, aunque sería altamente recomendable mantenernos en máxima alerta ante la posible reaparición de esos (no tan) viejos fantasmas.
Por otra parte, el concurso a pleno rendimiento de todos los integrantes de la plantilla será otro elemento a juzgar en su momento y que sin duda debe jugar a favor del nada escondido objetivo de estar de nuevo entre los mejores de la liga y, en consecuencia, presentes un año más en competición europea. De ser así, y no tenemos duda de que será, nos hallaríamos ante otro éxito del equipo. Y de Valverde.  Y es precisamente el Txingurri quien pone nombre propio a esa otra gran decisión pendiente. Aunque ésta tendrá consecuencias en otras, en el caso de que la de Ernesto sea, como parece, dejar el timón de la nave rojiblanca. A dos meses de que concluya la liga (y la temporada, para un Athletic que a estas alturas ha abandonado ya los otros dos campeonatos), el nombre del inquilino del banquillo de cara a la próxima temporada es toda una incógnita.
Con una reunión pendiente entre técnico y presidente (al menos de cara al exterior, puesto que entre bambalinas la cuestión está mucho más avanzada que todo eso), el futuro de Ernesto sólo lo sabe él, y seguramente también Josu. Y así tiene que ser, puesto que el tiempo corre sin intención de parar y la Directiva debe saber a qué atenerse en relación a un punto tan importante como es ése.
De todos modos, en un club como el nuestro todo suele discurrir normalmente de un modo más natural, y el nombre de Ziganda asoma como la alternativa, o el "plan A", a juzgar por las repetidas palabras de Urrutia al respecto. Parece lógico pensar que el orden jerárquico se mantenga, en caso de que finalmente Valverde decida que su ciclo ha vuelto a terminar en el Athletic, como ya ocurriera también hace doce años.
Y si esto es así, llegaría esa otra decisión sobre su sustituto, que es la que estaría de hecho ya tomada. Quedaría entonces por revelar el siguiente movimiento en el tablero, pero la presencia de Etxebe en el escalón anterior anticipa con alta probabilidad la resolución de ese otro enigma. El trabajo del Cuco en el filial está en el notable alto (del descenso de Segunda habría muchas cosas que analizar, y la mayoría de ellas no apuntarían precisamente en contra del entrenador navarro), y además han sido también sus manos las que han modelado, junto a las de otros técnicos, a varios de los jugadores con los que se reencontraría en el primer equipo.
La suerte está echada y no debe transcurrir mucho más tiempo, por el bien de todos (incluido él, para no verse así obligado a responder a la misma pregunta en cada rueda de prensa), para que Ernesto haga pública una decisión que apunta a su no continuidad. El caso contrario sería una sorpresa. Y una gran noticia para el Athletic.
Por Fernando Mendikoa, periodista de Radio Popular-Herri Irratia 

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