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Javi Martínez relata cómo fue el salto de la valla de Lezama

ElDesmarque Bizkaia

El exjugador internacional del Athletic Club Javi Martínez hizo historia con su marcha al Bayern de Munich, marcha que dejaba 40 millones de euros en las arcas de Ibaigane y una rocambolesca anécdota que le acompaña hasta el día de hoy, con el salto a la valla de las instalaciones de Lezama para recoger sus pertenencias. Él mismo recuerda ahora todo el vodevil, dando su versión de primera mano de aquella noche, en The Players Tribune con un artículo titulado The Bandit (El Bandido). No tiene desperdicio...

La introducción reza así: "Lezama. El centro de formación del Athletic Club está en las afueras de Bilbao. Dentro del complejo, él se dirigió directamente hacia el vestuario del primer equipo, con la intención de asaltar su taquilla particular que contenía posesiones preciadas. Pero el intruso, tropezando, fue detenido por un guardia de seguridad heroico y luchó con él hasta caer al suelo. Los dos hombres continuaron forcejeando en el piso por unos segundos más bajo la noche estrellada hasta que el empleado del club, para su sorpresa, reconoció al aspirante a ladrón como un jugador recientemente desaparecido... era Javi Martínez".

Relato del futbolista de Ayegi:  Sí, es verdad... fui yo. Pero casi todas las demás partes de esta pequeña y divertida travesura, tal como lo expresaron algunos periódicos en ese momento, están equivocadas. Me hace reír pensar en ello ahora, años después. Pero empecemos con toda la historia...  Después de seis buenos años en el Athletic, el Bayern de Múnich me llamó. En realidad fue bastante complicado decidirme. Hubo algunos clubes interesados ​​en mí, pero habíamos llegado a dos finales con el Athletic con Marcelo Bielsa, la Europa League y la Copa del Rey, y desafortunadamente no ganamos ninguno de ellos. Me dije a mí mismo que no podía irme de esa manera, y que debía quedarme y asegurarme de que el club ganara un trofeo. Pero en el fútbol, ​​las cosas pueden cambiar de un día para otro. Hoy estás en la cima del mundo, y luego tienes uno o dos meses malos, y de repente estás en el fondo del lodo y ya nadie te quiere. Sabía que tenía una oportunidad única de seguir adelante después de una temporada tan buena y que tenía que tomarla. Fue el momento correcto.  Cuando el Athletic insistió en que debía activarse la cláusula de compra de 40 millones de euros, solo quedaban dos clubes interesados. Uno de los clubes que realmente quería firmarme era inglés, y el otro era alemán. Financieramente, sus ofertas fueron bastante similares. En realidad, el equipo inglés me ofreció más dinero. Pero cuando el Bayern Munich me preguntó si quería venir a la ciudad y jugar para este club, para este equipo... Oh, amigo. Era enorme. No hubo dudas de que quería ser un jugador del Bayern.  Debido a que la transferencia se finalizó a últimos de agosto, no tuve tiempo de decir adiós a mis compañeros de equipo y de recoger mis pertenencias de las instalaciones de entrenamiento hasta el descanso internacional. Y fue entonces cuando ocurrió ese curioso incidente en Lezama, aunque ni remotamente en la forma dramática en que se informó en ese momento.

La noche de autos  Llamé al club para organizar ir allí alrededor del mediodía, pero me dijeron que no. No me dejaron ir antes de entrenar porque pensaban que podría crear malas vibraciones. Eso es justo, no tuve ningún problema con eso. Pero mis botas todavía estaban allí, mi tablet y mi ropa. Todo estaba todavía en mi taquilla.  Estuve en la ciudad durante el día, así que alrededor de las 21:30 o más (no a las 2 a.m.), fui allí para recoger todas mis cosas. Llamé al timbre para que se abriera la seguridad durante unos 15 minutos, pero no llegó nadie. Hubo algunos trabajos de construcción en ese momento, así que supongo que el timbre no funcionaba. Llamé al gerente del equipo, pero él no cogió su teléfono. Sabía por mis años en Lezama que había otro punto de acceso, más cerca de los vestuarios, así que me acerqué y llamé al guardia de seguridad, Iker, para que me dejara entrar.  "Iker, Iker, por favor abre", grité.  Salió, abrió y me dejó entrar. Recogí las cosas y me fui.  Y eso fue todo. Nada más sucedió.  Imaginen mi reacción al día siguiente, cuando me dijeron que había ido borracho y que había peleado con el guardia de seguridad. ¡Madre mia! Alguien realmente inventó una buena historia allí. Ahora puedo reírme de eso. ¿En aquel momento? Estaba aturdido.  Es una dura lección. Pasas años de tu vida en un club, dando todo lo que tienes. Y luego, al final, las cosas no siempre se representan de la mejor manera. Pero siempre estaré orgulloso de mi tiempo en el Athletic. Fue como mi familia.  Lo interesante que aprendí luego de mudarme a Bavaria fue que el Bayern y el Athletic, por sus diferencias de tamaño, cultura, etc..., también son bastante similares. Son dos clubes muy orientados a la familia. El Bayern te ayuda con todo, con cualquier problema que pueda tener.

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