El 28 de septiembre de 2017, San Mamés enmudecía con el dolor de Iker Muniain. El atacante de la Txantrea se lesionaba solo en los últimos minutos del partido de la UEFA Europa League frente al Zorya ucraniano y tenía que abandonar el césped en camilla. El primer diagnóstico hablaba de una entorsis en su rodilla derecha, pero los peores presagios planeaban sobre la articulación del jugador navarro. Otra vez el cruzado.
Hoy se cumplen cuatro meses exactos de su lesión; 122 días sin Muniain, quien hasta esa noche fatídica había destacado sobre el nivel general de la plantilla. En los 12 encuentros que había disputado antes de caer en batalla, con dos goles marcados (ante el Girona y el Panathinaikos) demostró que había vuelto su mejor versión.
El 9 de octubre pasó por el quirófano para restañar su articulación. En estos cuatro meses, Iker Muniain ha ido quemando etapas a pasos agigantados. Trabaja con denuedo y sin pausa decidido a acortar los plazos previstos para su regreso. Primero fueron las sesiones en el gimnasio para fortalecer la rodilla, luego le tocó reencontrarse con su gran amigo, el balón. A principios de enero, el de la Txantrea colgaba un vídeo en el que se le veía disparar a portería con fuerza y precisión. La semana pasada, el Athletic Club mostraba unas imágenes del navarro ejercitándose en solitario con el balón en Lezama: conducciones, recortes, esprints,...
Cuando el 4 de abril de 2015 se rompió el cruzado de la rodilla izquierda en el Sánchez Pizjuán, recibió el alta médica seis meses después, pero tres lesiones musculares seguidas, habituales en la fase de puesta a punto, retrasaron su vuelta a los terrenos de juego. Volvió ocho meses y medio después, 260 días, jugando los últimos minutos de un duelo ante el Levante en San Mamés.
Todo hace pensar que su recuperación marcha viento en popa. Si rondase los plazos mínimos, Muniain llegaría en condiciones de trabajar con el equipo en el tramo final de esta temporada.