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Basura en mi verde jardín

El Desmarque

Es todo tan repetitivo. Las gotas de agua de los partidos, imposibles de diferenciar. Vigésimo séptima jornada de la liga. Siete victorias. Once empates. Y, sumando la enésima hecatombe del sábado, nueve derrotas. No por esperada, menos sangrante.

Esperada en lo que a mí respecta. Porque si reparamos en las expectativas depositadas por Ziganda en el 'duelo de Nervion', a priori sus declaraciones tras 'la vuelta a la normalidad' que supuso el empate en San Mames ante el Valencia de Marcelino, leamos con atención a fin de hacernos sabedores de cómo afrontaba el técnico del Athletic el choque del Pizjuan, "Una opción inmejorable para revertir la trayectoria de esta temporada".
¡Una opción inmejorable! ¿Se dan cuenta? Cuco, sí, está convencido de ello porque la venta de humo, aunque sea un timo en toda regla, no es una práctica que esté penada por la legislación que rige la vida de los ingenuos, una especie de la que, tras lo de esta sobremesa, he decidido desligarme aunque mi desapego conlleve empezar una vida solitaria y desde el alfa, prefiero ser Adán en Paraíso que un incauto fiel más en el infierno de la Catedral, un templo que los leones acarrean de aquí para allá como si fueran feriantes llevando a cuestas este bochornoso, indigno, ridículo, esperpentico circo donde los números, de diversos y encendidos, se han reducido a uno, el del dúo de payasos que, tratando de provocar la risa, no consiguen sino  indignar  hasta a las más tiernas criaturas.
Y es que, en las guarderías, parques e intimidad del hogar, ya no se pregunta: Aita, Ama...Zergatik naiz Athleticzalea? baizik eta: Ama, aita, Qué le pasa al Athletic que no da pie con bola?

Qué, a nuestro entrenador, Cuco Ziganda, que, a fuerza de repetirse, se ha convertido en una suerte de muñeco parlanchín al que su presidente, Josu Urrutia, da cuerda en la sala de prensa, así en el 'pre' como en el 'post', para que se despache a disgusto, porque en conciencia sensata no caben discursos nacidos desde el convencimiento como este de cuyo comienzo ya se dio fe y a continuación se le sigue dando rosca."El triunfo frente al Sevilla supondría ese empujón que confirmaría una mejoría que para mí  sí se está viendo".
¿Se cree realmente Cuco Ziganda lo que declara ante la prensa, o es lo suyo un discurso pactado con su presidente, o, yendo más lejos, palabras que un ser superior le escribe para que el les de difusion?
"¿Ganar en Sevilla? Un golpe en la mesa que nos daría la confianza para confirmar lo que queremos intuir". Metáfora, alegoría, como si al entrenador del Athletic se le hubiera aconsejado expresarse en clave a fin de crear en la afición unas expectativas que, llegado el momento, no terminarán de ser dando ni por buenas ni por malas: en la ambigüedad está el acierto; "¿La clave? ¿Por la clave me preguntan? ¿La de mi correo, la de Facebook o la de mi cuenta de twiter? No, la clave para traernos los tres puntos de las capital hispalense.
"Pues cuál va a ser, menuda pregunta, ni al que asó la manteca se le ocurriría, ni al que fue a vendimiar y se llevó un racimo de uvas de postre. ¡Decisión! Abunde en la respuesta, señor entrenador. "Ser decididos, caramba, independientemente del once de salida y del sistema en el que ubicar a mis futbolistas". ¿Posibilidades? "Todas siempre y cuando le resultemos incómodos a nuestros rivales".
¿Y cómo se come eso de la incomodidad? "Ofreciendo una buena versión, así individual como de grupo. Con convicción, si somos capaces de no guardarnos nada, podemos hacerlo bien. ¡HAY QUE IR A POR EL PARTIDO!"
Ya se fue. Viajar, al menos, viajaron. Yo los vi, se lo aseguro, por televisión, en casa, solito, sin compañía, porque, ya se dijo, el verdadero sufrimiento es el que se padece en soledad, y las lágrimas más sinceras son aquellas que se vierten sin testigos. Aunque llorar, la verdad sea dicha, no lloré, quizás por dentro y en vez de salir a la luz por los lagrimales el llanto se perdiera diluido a la hora de orinar. ¡Qué pena me da aquél , ése, éste, el Athletic, que "sólo hay uno y es el de Bilbao", así el deprimente del sábado 3 de marzo como el glorioso del primer día del mes en el que todos celebramos orgullosos las bodas de diamante de José Ángel Iribar 'el Txopo'.

Cuando, tras cada partido de los leones, leo y escucho los análisis de personajes excepcionales tales como Txetxu Rojo, Sarita Estevez 'Maratón, José Julián Lertxundi y Julen Guerrero, al mismo tiempo que un respeto imponente, siento que estos futbolistas a los que (como en su día apuntara certero Andoni Zubizarreta) "les damos la autorización para que se pongan nuestra camiseta y con su juego y ardor nos defiendan", se hayan enzarzados en la obscena labor de echar y echar basura en nuestro verde jardín. Sé, me consta, que no son los futbolistas los culpables, o que, al menos, los únicos no son. Y es que, por encima de ellos, existe un entrenador al que, en su época de adiestrador de cachorros, no me cansaba de alabar en artículos que Asis Martín tenía a bien publicar en este Desmarque Bizkaia.
Ahora que Ziganda es el máximo responsable del primer equipo, dígase que nadie le puso una pistola en la nuca para que aceptara sin rechistar el cargo que le ofrecía su presidente y amigo, Josu Urrutia. Cuco Ziganda, al firmar, sabía que le podrían caer chuzos de punta cuando al equipo le vinieran mal dadas. Escenario que, tras el bochornoso, indigno, obsceno, lamentable, humillante Sevilla-Athletic, se ha agigantado para que todo televidente se viera forzado a padecer así que le diera por apartar la vista o cerrar infantilmente los ojos.
Lo peor, lo grave, lo que provoca escarnio y escandaliza no es, sin embargo, no ha sido, ese arrastrarse por el terreno de juego hasta rayar el escudo y mancillarlo, sino las declaraciones a posteriori de Ziganda, unas palabras que, desde mi entendimiento, intuyo pactadas con su presidente. Y es que, si consentidas no fueran, uno no entiende que, tras el acto tan vergonzoso perpetrado por los once y tres más, José Ángel Ziganda salga a la plaza pública, despliegue su pergamino y lea sin que la cara se le caiga de vergüenza. "La acumulación de partidos exigía refrescar el equipo" ¿Y el Sevilla?
A partir de aquí, digámoslo todo seguido, como en tropel, mejor ponerse una vez rojos que cíen colorados, leamos con ansiedad, para poder seguir o reventar.
"Plantilla. Oportunidades. Plantear el partido en función de los jugadores que tenemos. Demasiadas facilidades en la parte de atrás. Hemos querido pero no hemos podido. San José tiene un 'repunte' (como si se refiriera a un brote de fiebre). Vesga no lleva un año fácil. El rival ha mostrado acierto ante nuestros errores. Se lo hemos puesto demasiado fácil a un Sevilla que lo ha aprovechado todo. ¿Cambios? Con el dos a cero goles teníamos que apretar al Sevilla. Tienes que hacer algo, un gol rápido (o algo así) que les pusiera nerviosos. En fin, mal partido. A pensar en el jueves. Convencido de podemos darle la vuelta a esto".
Terminada su rueda de prensa, Arrizabalaga, a lo suyo, encantado de haberse conocido, inflado por su destacada actuación y como al rescate de un Athletic que se le antojara ajeno: "El Sevilla ha tenido controlado el partido en todo momento. Hemos tenido pocas situaciones para poder meter el primer gol.....¡El jueves tenemos una gran oportunidad para empezar a darle la vuelta (a esto)!".  Vuelta. Darle la. Empezar. ¿Leen ustedes lo mismo que estoy leyendo yo? ¿Entienden lo mismo que yo entiendo? Pero es que... ¡YO NO ENTIENDO NADA! Estamos en Marzo. A falta de menos de tres meses para que se desmantele el mercadillo de la temporada, los jugadores y, en especial, el entrenador se esmeran en repetir como si de un mantra se tratara: "Darle la vuelta. Empezar a darle la vuelta. Darle la vuelta. Empezar a darle la vuelta".  Estoy harto. Harto de que se me tome el pelo. Sin juego. Desarmado. Medio centros que juegan al trote. El Athletic es un drama. Incapaz de dar un pase a seis metros y capaz de perder balones que terminan causando goles que matan los partidos. Santiago Segurola dice de manera sencilla lo que otros tratan de ocultar de forma grandilocuente. "A la hora de defender, colocados al borde del área grande, los jugadores del Athletic miran pero no intervienen" como si todo fuera cine y la película no fuera con ellos.
En la sobremesa del sábado 3 de marzo, aunque en el Sánchez Pizjuan, ¡EL ATHLETIC HA ECHADO BASURA EN MI VERDE JARDÍN! ¿Son los jugadores? ¿Es el entrenador? ¿Es el presidente? No lo sé. Estoy tan cegado de indignación que no acierto a identificar a los culpables. Pero desde mi rabia les digo que, hurtándole palabras al trovador cubano, ¡COMO ENCUENTRE AL CULPABLE DE TANTO DESASTRE LO VA A LAMENTAR! 
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista
 
 

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